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Voto de Isaac Paskual:
6
Terror. Comedia En 1910, en Arga, un pequeño pueblo gallego, una maldición cae sobre la malvada marquesa de Mariño: al cumplir los diez años, su hijo se convertirá en un hombre-lobo. Cien años después, Tomás, un escritor fracasado que es el último descendiente varón de los Mariño, regresa al pueblo convencido de que van a nombrarlo hijo adoptivo de Arga. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un par de años antes de que Álex de la Iglesia nos metiese de cabeza en Zugarramurdi para conocer a sus brujas, Juan Martínez Moreno ya nos llevó a Arga para entablar amistad con sus hombres lobo.
A día de hoy “Lobos de Arga” me sigue pareciendo uno de los mejores exponentes recientes, y seguramente no tan recientes, de la comedia de terror española. Vale que es un subgénero al que apenas se le da uso, por desgracia. Si miramos más allá del antes citado cineasta vasco, poco más encontramos en este siglo e incluso a finales del anterior. Pero una cosa no puede quitar la otra.
Tomás Mariño vuelve a Arga, pueblo donde están sus raíces, para ser nombrado hijo predilecto. Pero quizás ese no sea el verdadero objetivo de los pocos habitantes que aún perviven en el lugar. Estos, perseguidos por una maldición que emana precisamente de los Mariño, tratarán de ponerle fin tras cien años de condena. A partir de aquí Juan Martínez moreno juega con la licantropía y el folk-horror para armar “Lobos de Arga”, una comedia de terror divertidísima y creepy que funciona como velado homenaje al fantaterror de serie B español de los setenta, con Paul Naschy a la cabeza. Esta se orquesta como una rabiosamente cómica batalla entre lo rural y lo cosmopolita. Un canto a los maquillajes y las prótesis que rehuye el odioso digital.
El triangulo protagonista es una de las banderas para hacer que la comedia funcione, al margen de la efectividad de los gags. Gorka Otxoa, Carlos Areces y Secun de la Rosa son una tripleta atacante mejor que la añeja Bale, Benzema y Cristiano. Puede que sean debilidad mía y no termine de resultar objetivo, no lo negaré. Pero es que son verdaderamente efectivos, deparando momentos magníficos. Y a ellos se les unen Manuel Manquiña y Luis Zahera como secundarios de lujo, dando más lustre al producto.
La mayores carencias de “Lobos de Arga”, al margen del hecho de que daba para bastante más el conjunto, provienen del ritmo. Por una parte nos encontramos un realizador no demasiado habilidoso en la acción, y por otra un montaje torpón que parece obcecado con pegarse tiros en el pie a si mismo continuamente. Unidas ambas cosas nos encontramos con un film que bachea en lo narrativo.
En definitiva, “Lobos de Arga” es una cinta que no me canso de ver. No es redonda, pero como si lo fuera.
Isaac Paskual
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