A Woody Allen le encanta la temática romántica, y es seguramente donde más comodo se siente. Y también, porque no decirlo, el obsesionarse con lo romántico es lo que le hace entregar sus proyectos más olvidables. Cuando Allen se desmarca de lo romántico como trama base, es cuando crea sus obras más recordables. Y si no, ahí tienen el ejemplo de "Midnight in Paris" (2011), una de sus más recientes obras maestras, solo por el hecho de dejar el romanticismo en un segundo plano. Ahora llega "Blue Jasmine", film que refleja tanto lo bueno como lo malo del realizador neoyorquino.
Sintiéndolo mucho, he de dividir la película en dos partes bien diferenciadas. La primera hora de metraje es la parte buena y lograda de la cinta. Woody Allen nos presenta al personaje de Cate Blanchett, una ex-dama de la alta sociedad venida a menos por un pasado tortuoso, quien choca irremediablemente con el personaje de su hermana, más cercana al chonismo. Ese choque de culturas produce momentos verdaderamente brillantes y originales, y es donde reside la verdadera esencia de lo que es "Blue Jasmine". Y por cierto, ¿No os recuerda el personaje de Jasmine a cierta Infanta?... Pero luego llega la media hora final del film, floja y bastante más olvidable. Y todo por esa manía que tiene Allen de pringarlo todo de romanticismo facilón e impostado. En el momento en el que las dos hermanas se preocupan más por los amoríos que por dar un sentido a sus vidas, la película pierde interes, y pasa a convertirse en la clásica cinta Woody Allen. Ese desenlace de acontecimientos hace que olvide la película más rápido de lo que hubiera deseado.
Todo ello hace que "Blue Jasmine" sea una película bastante por encima de la media habitual a la que nos tiene acostumbrados Woody Allen. Pero que por lo terco de este en mantener sus señas de identidad a toda costa, termina emborronando un trabajo que iba por buen camino. Lo unico que mantiene un elevado nivel durante los noventa minutos de metraje es Cate Blanchett.