El cine de animación es, muy probablemente, el género que más está en constante evolución. Lo que hoy funciona es muy posible que en un lustro ya no funcione tanto, al igual que lo que hace un lustro era novedoso hoy posiblemente no pase de rancio. Es lo que hay, adaptarse o morir. Y lo peor es que, cuando llega una cinta claramente desfasada, se nota a distancia. Eso es lo que por desgracia le sucede a "Ozzy", es una película que llega con algunos años de desfase. La propuesta del debutante Alberto Rodríguez es valerosa, y más teniendo en cuenta todo lo que se arrincona la animación dentro de la industria española, hay que tenerlos bien puestos para meterse en una tarea como la de sacar adelante un film de animación, pero luego el resultado final crea bastantes más dudas, llegando incluso a la conclusión de que hubiera encontrado mejor acomodo un tiempo atrás. Y que conste que a lo largo de este texto nunca usaré el término desfasado como sinónimo de malo ya que, por desgracia hoy en día, soléis confundir con demasiada facilidad ambos términos, usaré el vocablo desfasado únicamente como símil de obsoleto. Cuando quiera decir que algo es malo me referiré a ello diciendo que es malo.
"Ozzy" nos presenta la historia de un perro que, durante las vacaciones de sus dueños, es dejado en una residencia canina de apariencia idílica, pero que en realidad es una cárcel. Ahí descubrirá la lealtad, la amistad y el valor; en definitiva, las cosas que el cine de animación ya nos ha mostrado mil veces. Argumentalmente poco más hay, es una historia muy sencillita que deja continua sensación de déjà vu. Hay un momento al principio de "Ozzy" en el que parece que los personajes humanos del film no hablan, solo emiten onomatopeyas; ahí tuve la vaga esperanza de que la película pudiera ofrecer algo llamativo insinuando los sentimientos de los humanos por medio del relativo silencio, pero no, son solamente los primeros cinco minutos de metraje y más por culpa del humor físico que por otra cosa.
Visualmente también se nota el desfase, aunque obviamente hay que valorar enormemente el esfuerzo que supone este tipo de films, aquí no gozamos de las posibilidades que tienen en Pixar. Pero, aún no teniéndolas, siempre he defendido que la animación española crece más rápidamente en el aspecto visual que en el narrativo. En ese aspecto "Ozzy" parece más animación de serie B.
En resumidas cuentas, "Ozzy" es un tranquilo paseo por los clichés del cine de animación en el que brilla más la intención que el resultado, sin que esto último resulte ni mucho menos malo, es sencillamente demasiado corriente dentro de un ámbito en el que estamos (mal)acostumbrados a la excelencia.