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Voto de AlvaroFaure:
9
Drama. Romance Inspirada en la historia de amor real de los padres del director, ambos médicos, y los recuerdos del propio director. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre recuerdo lo desconcertantes que fueron mis primeros encuentros con el cine de Apichatpong. Los adjetivos que solía ver normalmente asociados a su nombre me habían empujado a pensar que sus películas, envueltas por algún critico u opinador muy ruidoso en este halo de cine autoral pretencioso y enrevesado, debían de ser de estas obras difíciles de atravesar e imposibles de comprender que exigen un gran esfuerzo al espectador por mantener la atención e interpretar su mensaje y sus intenciones.

Lo desconcertante viendo Syndromes and a Century o cualquiera de sus grandes obras es que no solo es imposible encontrar nada de esto sino que uno llega incluso a tener la sensación de que igual se está perdiendo algo porque lo que ocurre es exactamente lo contrario: lo que se suponía que era una obra pesada y cargada de ideas supuestamente posmodernas y extrañas con ínfulas de autor, planos de duraciones exageradas y demás vicios del estilo resulta que se trata en realidad de una cosa sencilla y apacible repleta de humor y ternura y envuelta en la más agradable y entrañable ligereza.

Es cierto que Apichatpong no reniega de algunos trucos narrativos y que siempre hay una gran carga conceptual en la mayoría de sus obras, pero el empleo de estos juegos y recursos, al igual que ocurre en el cine de Hong Sang-soo, más que el eje de la película funcionan como un añadido que refuerza, complementa o redefine la historia o el estado de ánimo que esencialmente se intenta construir y que para mí es el auténtico motor de estas obras y la más única e inestimable virtud de este cineasta.

En una de las mejores escenas de la película, un músico piensa que el joven monje con el que habla es la reencarnación de su hermano fallecido de cuya muerte se culpa. El monje, muy convencido, le explica que eso no puede ser porque él en su anterior vida fue otra cosa. El músico no le cree y le dice que solo quiere pedirle perdón y le ofrece un caballo de juguete que lleva consigo desde entonces, el cual el monje rechaza. Finalmente le entrega una copia de su último disco inédito y después de la conversación se marchan juntos.

La forma en que se captura esta entrañable conversación, otras tantas de la película, despojada de toda intensidad y de drama para dejar al descubierto la más sincera emoción, resume el talento de Apichatpong para combinar lo espiritual con lo cotidiano construyendo espacios serenos y plácidos a los que acudir no en busca de preguntas o de respuestas sino de la más plácida y reparadora calma, como a una tranquila ensoñación, dejando que el apacible respirar de la película nos acompañe a lo largo de la experiencia.
AlvaroFaure
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