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Voto de AlvaroFaure:
8
Terror Después de estar recluido durante 17 años en una institución mental y tratado por el Dr. Samuel Loomis (Malcolm McDowell), el perturbado Michael Myers (Tyler Mane), convertido ya en un hombre adulto y muy peligroso, logra escaparse el día de Halloween y decide regresar a la ciudad de Haddonfield. Todo aquel que se cruce en su camino corre un peligro mortal. (FILMAFFINITY)
1 de noviembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He teorizado mucho sobre cómo hacer una continuación adecuada de la Halloween de Carpenter, una película tan sencilla y mínima que casi carece de sentido continuar, un ejercicio de forma imposible de imitar con un personaje tan esquivo, vacío y falto de personalidad que en los créditos solo aparecía referido como The Shape y cuya única función dentro de la obra era la de surgir casi espontáneamente como una mera encarnación del mal.

Ante el difícil papel de no solo tener que continuar el malogrado legado de la franquicia sino ni más ni menos que verse obligado a rehacer la irrepetible e inimitable obra original, Zombie elige reimaginar la película de Carpenter dinamitando por completo su mitología para reconstruirla contextualizando su origen, dando vida a una obra única y nunca innecesaria, en la que incluso todo lo que es copiado casi de manera literal brilla con la luz diferente que le otorga el nuevo enfoque sobre el que se asienta todo. Asimila perfectamente así la obra de Carpenter y recupera su historia para desviarse por completo de él aplicando parte de su talento para tomar las decisiones adecuadas en los aspectos esenciales bajo su propia manera de hacer cine (es, sin duda, Halloween de Rob Zombie).

El resultado es una obra brutal, cruda y perturbadora, pero en la que la violencia fría y despiadada –aplicada no siempre con total rigor como en alguna escena molesta pero sí con absoluto fundamento en todas las ocasiones– juega un papel tan impactante como sensible y conmovedor. Lejos del tipo de slasher en el que se celebra la sangre, la matanza y la violencia y abandonando cualquier posible lugar común de estas obras, en la Halloween de Zombie hay un respeto y una empatía inéditas por cada sangriento asesinato que pese a que involucran a unos personajes por los que no existe ni el más mínimo interés casi siempre se sienten como una tragedia, algo increíblemente duro, dramático y desolador.

Una de las más brillantes y arriesgadas ideas de Zombie es precisamente localizar el contexto, el origen del mal, no en un punto abstracto, indefinido o esotérico sino en el ámbito social. Mientras que Carpenter parte de la idea de que el mal, sin más, existe, y elabora un brillante ejercicio formal en torno a ello, Zombie está interesado en por qué existe, en cuál es la sucesión de elementos que fallan para que esto, que sucede más a menudo de lo que uno quiere creer, llegue a suceder, y elabora una obra que reflexiona sobre el origen de este mal (el aspecto psicológico, el ambiente familiar, el entorno social) y el abominable terror de sus consecuencias. (En la película de Carpenter, Myers es nadie y cualquiera, en la de Zombie este cualquiera cobra un cariz distinto).

Es cierto que parte de esta representación inicial se puede acusar de ser algo obvia, forzada y simplista (es fácil construir un entorno absolutamente pesadillesco combinando todos los elementos horribles que uno pueda imaginar para un niño, aunque esto no quiere decir que una situación así no pueda darse, ya que de hecho es bastante probable que casos así existan), pero Zombie es evidente que no está interesado en un enfoque realista de este origen sino en apuntar a ese aspecto, en reimaginar Halloween desde la perspectiva de Myers siendo un fallo de la sociedad, un fracaso de las instituciones y de la salud mental, un producto defectuoso del sistema, y explorar de qué manera trabaja este nuevo personaje y de qué forma afectan las consecuencias de sus crímenes en la obra y en el espectador.

Otro punto muy interesante con respecto al resto de la saga es cómo Zombie suspende aquí nuestra empatía impidiéndonos conectar totalmente con ningún personaje (todo el mundo aquí es más o menos molesto en algún sentido, incluso el apasionado psiquiatra que se lucra vendiendo libros). Seguimos a Myers desde el principio, pero aunque se nos sugiere que estamos intentando comprender y sentir algo por esta persona, la brutalidad de sus acciones cuando su carácter criminal toma protagonismo nos desvinculan sabiamente de él, y Zombie refuerza magistralmente esto cuando para eliminar todo posible rastro de empatía por el pobre niño convertido en monstruo nos muestra cómo asesina brutalmente a la única persona que, como le repite numerosas veces, le había tratado bien durante ese tiempo (una cosa que justamente no sucede en la Joker de Todd Phillips, ahora que lo pienso), demostrando al espectador que Myers no es ningún antihéroe, y aunque se trate de un fracaso del sistema, no queda en él prácticamente ni un resquicio de humanidad por el que debamos sentir pena o lástima.

De hecho, toda la humanidad que se muestra aun latente en la también magnífica escena en la que perdona la vida a su hermana pequeña o cada vez más tenuemente en las charlas con el psicólogo y los encuentros con su madre, termina por desaparecer definitivamente en la escena más terrible y desoladora de la película, en la que le enseña la foto a Laurie, su única salvación, el único vínculo que aún guarda con ese niño que quiso dejar únicamente en su vida a quienes le hacían bien solo para ver cómo las consecuencias de sus actos le separaban de esas personas para siempre. Cuando Laurie lo apuñala y le da la espalda, la minúscula parte de humanidad que aún quedaba en el monstruo desaparece para siempre y culmina así el arco que, al igual que las precuelas de George Lucas, existe no para contar el origen de la persona sino para relatar su completa destrucción.

(Continúo en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AlvaroFaure
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