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Voto de Ford Farleine:
7
Comedia. Drama Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
26 de mayo de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que comenzar diciendo que no sé si le he pillado el punto a esta película tan aplaudida por casi todos los entendidos en la materia (esto ya indica a las claras que no la he pillado). Lo que sí reconozco ya abiertamente es que yo esperaba otra cosa, la verdad.
La película, como comedia, la verdad es que deja bastante que desear, por lo menos a mí no me sacó ni una mísera sonrisa (soy un tipo raro, lo sé, bueno, más bien demasiado convencional).
Ya sé que técnicamente la película es irreprochable. La brillantez de la puesta en escena y de ese larguísimo (y tramposillo también, hay que decirlo) plano secuencia con sus travellings y demás es para quitarse el sombrero ante Iñárritu. Es algo formidable y digno de admiración. Por otra parte, la crítica feroz y tenaz al cine de superhéroes, esa parodia constante y esa contraposición que se hace entre el arte como espectáculo de Hollywood y el arte intelectual de Nueva York, o lo que es lo mismo entre cine y teatro también es pertinente y locuaz. Pero entonces, ¿por qué, por lo menos a mí, me cansa? Pues es así por ese ansia de Iñárrutu de empalagar, de hacer constar su arte, es de un pomposo y de un ególatra que tira de espaldas. No se conforma con hacer una película técnicamente irreprochable, sino que tiene que alardear de eso, tiene que presumir de su talento, es engreído y vanidoso como él solo. La pedantería de Iñárritu es superior a su calidad cinematográfica (que ya es decir). Tanta afectación y pretenciosidad me cansan y me hastían, no lo puedo evitar, reconociendo todos sus aciertos formales que son muchísimos.
En cuanto al contenido, nos queda meridianamente clara la opinión que a Iñárritu le merecen todas las adaptaciones de superhéroes. Para él, todos los que somos aficionados a este tipo de cine somos un poco memos porque debemos estar lobotomizados o debemos de tener encefalograma plano porque no apreciamos el arte cinematográfico en su totalidad. Aparte de esta lectura algo simplista, su parodia de la situación está bastante conseguida y es verdad que el cine se entiende antes como industria que como arte y, por lo tanto, los actores son tratados como manufactureros, así Riggan Thomson se ve encerrado en ese circo, en ese epectáculo laberíntico y no ve la posibilidad de salir porque nadie lo toma en serio.
También es interesante la reflexión que se deduce del film sobre el arte. ¿el arte equivale a la vida? ¿Es el arte una actitud vital? Esta pregunta que se plantea en la película, esta forma de teorizar sobre la importancia del arte en la vida (del artista y del espectador) es bastante interesante y muy pertinente.
Por lo que se refiere al reparto, Michael Keaton se reivindica ante los ojos del gran público (algunos no dejamos de decir que es uno de los grandes), Edward Norton (interpretando a un actor de método) es de lo mejor de la cinta aunque desaparece demasiado pronto; por último, Naomie Watts y Emma Stone aparecen demasiado poco.
En definitiva, una buena película a la que pierde la pomposidad y pedantería de su director, empeñado en pasar a la historia como un genio, con un ego que no cabe en Australia. Ese es su punto débil. Y el final... yo ya me perdí.... será que tanto ver “Los vengadores” o “Batman” me han hecho perder actividad cerebral y no llego a tanta intelectualidad... pero no lo entendí. Lo confieso.
Ford Farleine
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