Tercer reinicio de la saga del arácnido en quince años. Hay que reconocer que ya suena a coña marinera. Se mire por donde se mire es una exageración. No se puede negar que tenía buena pinta desde que vimos a Tom Holland aparecer en “Civil War”, el regreso del arácnido a Marvel nos ponía los dientes largos a más de uno que nos habíamos quedado bastante decepcionados con la última aproximación al personaje con Andrew Garfield de protagonista. Quizá por estas cosas, por las expectativas que se habían disparado o por el amor incondicional que siento por el trepamuros, me dejó algo frío, la verdad.
La verdad es que se trata de una buena película, divertida y amena, con escenas sorprendentes, que tiene cosas muy buenas y cosas que me han gustado menos, pero empecemos por las cosas positivas que encuentro, que no han sido pocas.
En primer lugar, las escenas de acción. Están muy bien rodadas y la plasticidad de Holland ayuda a hacer un Spider-Man más creíble. Yo reconozco que Garfield es un gran actor, pero a mí me hastiaba ver a su Spidey haciendo movimientos de rapero y moviendo las manos como un jugador de la NBA. Holland es el mejor Peter Parker y el mejor Spider-Man, el más fresco y el más cercano. Es fácil imaginárselo con los problemas de adolescente que siempre ha tenido Parker. En el otro lado del ring está otro de los aciertos del film, la figura del villano. Es verdad que el Buitre no es a priori el malo más famoso de las viñetas del trepamuros, pero otra vez acierta Marvel presentándonos a un malvado humano, que su fin no es acabar con el mundo ni apoderarse del universo, sino que es un currante que sólo busca lo mejor para su familia con un discurso antisistema y anticapitalista con el que muchos podemos estar de acuerdo en esta época de crisis. Y este papel recae en manos de Michael Keaton. Lo que me alegro de ver a Keaton en este nivel. Desde siempre fue uno de mis actores favoritos, y por fin se ve recompensado todo el talento que el actor tiene y que se ha visto relegado a películas de baja calidad en demasiadas ocasiones. La figura del malo hace que hable de la trama, otro de los elementos positivos del film. Como siendo habitual, engarza muy bien con el universo Marvel, con el papel de Iron Man, el de Jon Favreau o un par de gratas sorpresas; por otro lado, la trama en sí también es agradable. Como digo, es agradable ver una película de súper-héroes con problemas humanos y conflictos mundanos (en medida de lo posible, claro). Por último, el mejor Peter Parker que se ha visto en la gran pantalla (empatado con Nicholas Hammond, es una coña friki, obviamente).
Lo que menos me ha convencido de este último acercamiento al Hombre Araña ha sido lo siguiente: la tía May, a ver entiéndaseme; Marisa Tomei (ToMay, estoy que me salgo) está como un queso, es una maravilla, pero no es la idea que tenía yo en mente precisamente de la tía May. El traje tampoco me ha parecido una decisión demasiado acertada, me gusta más el traje que se hace el propio Parker, no ese con tantos inventos, con esos cachivaches y tantas cositas (aunque gracias a él aparezcan algunos de los momentos más divertidos del film). También me chirriaron un poco esa pandilla del instituto de Peter Parker, vale que es un grupo de frikies pero bueno, lo que espero es que no siga los derroteros que se han insinuado **.
En definitiva, hay muchas variantes dentro del mundo de Spider-Man y yo no las conozca todas. Hay muchos universos alternativos: Spider-Man, Ultimate, Amazing, Homecoming… en los cómics y muchas adaptaciones cinematográficas. Yo por ahora, me quedo con las versiones de Raimi (las dos primeras, es cierto), son las que son más cercanas a lo que yo conozco y con lo que he crecido.