Con esta película he sufrido un enamoramiento de 112 minutos, que durará para toda la vida.

Suelo ser muy exceptico con toda aquella película que la crítica ensalza, ya que los críticos y yo solemos tener un grave problema en nuestra relación amorosa, a ellos no les gusta nada de lo que adoro, y a mi me suele dar asco todo lo que a ellos les chifla.

Pero esta película se ha ganado entrar por derecho propio en un selecto grupo en el que Critica y Yo, coincidimos.

Todas y cada una de las actuaciones del film son creibles, y hasta cierto punto se puede decir que algunos actores han nacido para realizar este papel.

Es una historia ambigua con personajes a los que no sabes si odiar o amar, nada es negro ni nada es blanco, sino una gran gama de grises de tonalidades muy diferentes, así como es la vida misma. Quizás esa gran capacidad de retratar la vida misma de un pueblo perdido de la américa profunda es la que le haya restado puntos para ser el Oscar a la Mejor Película este año, ya que a nadie le gusta que le pinten la cara, y menos en 112 minutos demostrando delante de los focos lo que américa esconde.

No se puede decir mucho más sin rozar el spoiler o sin decir algo que pueda frustrar al que lea esta crítica el placer de descubrir a unos personajes muy bien construidos (a la par que bien interpretados).

Esta película es una verdadera patada en la campana de la libertad de los américanos, muy acostumbrados como ellos están a que los veamos como héroes, gente valerosa y con principios morales inquebrantables.

Sam Rockwell y Frances McDormand quizás no sean los más guapos, pero se merecen cada uno de los quilates del baño de oro de sus merecidisimos oscars.