"Wild rose" es la grata revelación del año. Una película indie que sin mucho ruido hace sonar una melodía hermosa al espectador, sostenida por una historia de superación personal y elevada por la estupenda interpretación de su protagonista.
"Wild rose" es la historia de Rose-Lynn, una joven muy rebelde e irresponsable que ha pasado su corta vida vagueando y holgazaneando, con una moral dudosa (23 años y dos hijos de padres ausentes), recién salida de prision, y con un loco sueño de convertirse en una estrella de country. Rose-Lynn es en gran parte del film un personaje realmente exasperante, su despreocupación por su vida y sobretodo, por el bienestar de sus niños irrita. Ver como muy lentamente va evolucionando su pensamiento y su responsabilidad es un merito enorme de su actriz, una Jessie Buckey que, para quien escribe, es la revelación interpretativa del año. Su encarnación de Rose-Lynn es brillante en todo momento, en su etapa más alocada como en sus momentos de calma. Ni hablar cuando está arriba del escenario, allí Buckley directamente nos eleva con su voz.
Una película atractiva e interesante que, si bien no quedara en la historia como una gran película, tal vez en unos años sea recordada como el film que catapulto a Jessie Buckley a ser una estrella del cine.