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Voto de Prudencio Hernández Jr:
10
12 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se entra en un mundo de controversias conviene hacerlo despacio. No dejarse llevar por animosidad propia y ajena ni por los "peros" y los prejuicios cercanos cercenadores. El mundo del amor no tiene límites ni los reconoce (es el mensaje de la película) y escapa escaleras arriba, o escaleras abajo, al infierno; o lo lleva la nieve que trae la nostalgia, o se vuelve primavera donde el sol pone un manto de colores a todas las cosas. Esa forma de amor que aún persiste en nuestros días se sueña, pese a re descubrirlo en unos ojos a cada encuentro, se vuelve hipocresía o interés (para la chusma del pueblo) en parte de la película.
El amor que ella misma acosada abandona, la deja sola, y sus hijos mayores egoístas, la martirizan sin darle libertad.
Esta obra nos quiere decir que el amor no termina nunca y está en nosotros para darlo y recibirlo pase a las diferencias de edad, posición social, o de dinero como en el caso de la pareja principal con una convincente Jane Wyman viuda y rica, y un joven Rock Hudson haciendo de un montañés rudo pero de principios.
El peso de este film radica en que las voluntades son creadas a entorno y eso alimenta sensaciones ruines en quienes no dejan vivir a los demás sus vidas. Hoy, en una sociedad mas abierta, sigue habiendo esa parte pacata y se convierte en círculos viciosos de poder que manejan las cosas del querer. Los ricos siguen casándose entre ellos y los pobres merodean los lados oscuros de la ciudad. Estos melodramas que Sirk maneja con maestría desde varios ángulos, con varias señales, con advertencias, con exageraciones para remarcar hechos y caracteres, logra convencer la parte intacta de nuestras almas que no se ha quemado en el infierno de esta vida rutinaria enmarcada en lo repetitivo, y nos lanza con nuestro amor al bosque de las ilusiones por una ventana abierta a las llanuras de la libertad, a encender el fuego del hogar a leña de nuestra soñada y solitaria cabaña...perdida en la montaña.
El amor que ella misma acosada abandona, la deja sola, y sus hijos mayores egoístas, la martirizan sin darle libertad.
Esta obra nos quiere decir que el amor no termina nunca y está en nosotros para darlo y recibirlo pase a las diferencias de edad, posición social, o de dinero como en el caso de la pareja principal con una convincente Jane Wyman viuda y rica, y un joven Rock Hudson haciendo de un montañés rudo pero de principios.
El peso de este film radica en que las voluntades son creadas a entorno y eso alimenta sensaciones ruines en quienes no dejan vivir a los demás sus vidas. Hoy, en una sociedad mas abierta, sigue habiendo esa parte pacata y se convierte en círculos viciosos de poder que manejan las cosas del querer. Los ricos siguen casándose entre ellos y los pobres merodean los lados oscuros de la ciudad. Estos melodramas que Sirk maneja con maestría desde varios ángulos, con varias señales, con advertencias, con exageraciones para remarcar hechos y caracteres, logra convencer la parte intacta de nuestras almas que no se ha quemado en el infierno de esta vida rutinaria enmarcada en lo repetitivo, y nos lanza con nuestro amor al bosque de las ilusiones por una ventana abierta a las llanuras de la libertad, a encender el fuego del hogar a leña de nuestra soñada y solitaria cabaña...perdida en la montaña.