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Voto de Francisco Javier Millan:
3
Fantástico. Comedia Manhattan, Nueva York. Después de casi treinta años sin saber de ellos, los fantasmas y demonios se han vuelto a escapar de los infiernos para destruir la ciudad. Esta vez un nuevo equipo de Cazafantasmas, formado por un grupo de cuatro mujeres, está dispuesto a terminar con cualquier amenaza espectral.
31 de agosto de 2016
17 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las últimas semanas nos hemos cansado de escuchar la polémica sobre la participación de cuatro mujeres como protagonistas de esta especie de remake/reboot/secuela de la cinta de 1984. Buena parte de las críticas iban dirigidas hacía ellas, aún teniendo en cuenta que, la mayoría, ni había visto la película. Una gran cortina de humo que provocaba una serie de ideas preconcebidas, muy difíciles de salvar, a la hora de enfrentarse a esta revisión.
Mientras los machistas y feministas se enfrentan, el resto podemos decir sin riesgo a equivocarnos, que nos encontramos ante un film absolutamente fallido cuya guinda, para terminar de arreglar el patio, fueron precisamente estos acalorados comentarios.
Paul Feig firma una película muerta, desganada, construida en base a una serie de situaciones cómicas, seguidas a continuación por un festín de efectos especiales con bajo o nulo sentido de la épica. El original seguía el mismo esquema, pero contenía un gran atributo: la magia que desprendía.
Desde la magnífica fotografía de Laszlo Kovacs, que muchos asociamos a la imagen de postal de la Gran Manzana, pasando por un pletórico Elmer Bernstein y su uso de las ondas martenot, hasta llegar a un reparto en estado de gracia continuo, hacían de este film, a priori ligero y sin excesiva trascendencia, todo un hito a la altura de los grandes clásicos generacionales.
Nada, repito, absolutamente nada hay de todo esto en la propuesta del director de “La boda de mi mejor amiga”. Hay una falta de atmosfera, de esa magia que nos hacía creer en una ciudad plagada de ectoplasmas mocosos, además de una ausencia total de ese humor políticamente incorrecto del que hacía gala en más de una ocasión el guión de Dan Aykroyd y Harold Ramis.
Es imposible que estos nuevos cazadores de lo paranormal tengan la misma chispa que los anteriores, y todo por culpa (como es habitual) de la estúpida corrección política de nuestra sociedad y, por ende, de nuestros medios audiovisuales.
A todo ello se viene a sumar esa especie de desorientación que provocará a más de un espectador su visionado. Curiosamente sus creadores se han decantado por utilizar la tabla rasa, eliminando de un plumazo todo atisbo de los acontecimientos vividos en los anteriores films. Aquellos no existen, haciendo que los actores originales se presenten en una serie de personajes completamente diferentes, y lo que es peor, sin gracia alguna. No es de extrañar que Rick Moranis no se haya levantado de su cómodo retiro ante tamaño despropósito.
Nunca entenderé jamás cómo es posible, que durante los años 90 o en la década pasada no consiguieran de ninguna manera reunir de nuevo al grupo en una tercera película. Quizás habrá que culpar a Sofía Coppola por haberle llenado de pájaros la cabeza a Bill Murray, tras ese viaje bostezante al que nos sometió por la ciudad de Tokio en 2003.
Ahora ya veremos quién es el listo de levantar semejante cadáver. Ni un omnivagante de la clase 5 será capaz ahora de resucitar esta franquicia.
Francisco Javier Millan
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