No sé al resto de fans de la saga de 'Leprechaun' -que digo que haberlos los habrá- pero, al igual que a su monstruoso protagonista cuando recuenta monedas y nota que el cofre es menos pesado, yo percibía un vacío, un algo o una zozobra porque le faltaba un plus con que alcanzar un grado mayor de entrañable costrosidad... ¡faltaba una de SyFy!
Y como los experimentos tan sólo funcionan con gaseosa toca ignorar la séptima -la de la franquicia, no del Madrid (sic)- para recuperar el tono reconocible de humor: a Leprechaun lo resucita de chiripa (de la mala, se entiende) una hermandad universitaria de jóvenes concienciados con el cuidado del medio ambiente y el empleo de energías no contaminantes instalando paneles solares en el pozo donde despiertan, de forma accidental, al duende asesino sediento de oro... y sangre de la generación woke.
El 25° aniversario de una franquicia de terror no es la ocasión idónea para arriesgarse, por lo que se recupera al duende original -que no a Warwick Davis, esta vez sucedido por Linden Porco, el actor de cuerpo de Marlon Wayans en 'Little Man' (2006, Keenen Ivory Wayans)- para enfrentarse al primer personaje que repite tras estos 26 años, el entrañable adulto discapacitado Ozzy (de nuevo Mark Holton), junto a Taylor Spreitler ('Melissa & Joey') como la hija del personaje de Jennifer Aniston -a ella no la esperéis, la cómica de stand up Heather McDonald la imposta con un cameo en audio-, una tal Emily Reid que se pasa toda la película borracha, la "ecologista" de la pandilla Sai Bennett ('Mandíbulas 6: El Legado) y una actriz desconocida -fuera de su Nigeria natal, se entiende- que se llama Pepi.
Si has llegado hasta aquí, éste es sólo un último y divertidísimo empujón que pone la guinda homenajeadora a la primera.
Ojalá todas las secuelas directas y tardías de pelis cutres o de terror fuesen la mitad de graciosas y desquiciadas que esta sorprendente prima hermana de 'Freddy vs Jason' (2003, Ronnie Yu) que no escatima con un par de geniales e inesperados guiños a 'El ejército de las tinieblas' (1993, Sam Raimi) y 'Un hombre lobo americano en Londres' (1981, John Landis).
Del visionario director de 'BioCop', 'ManBorg' y 'PsychoGoreman'.
Una gamberrada que ha pasado tan injustamente desapercibida como si lo merecían sus antecesoras.