'Green Room' trasplanta nuevamente a la vertiente del thriller de acción el mismo enfrentamiento ideológico entre norteamericanos liberales y la extrema derecha confederada que Kevin Smith convirtió en excusa para desatar la violencia en 'Red State', sólo que aquí se radicaliza la animadversión entre ambos bandos para abordar la rivalidad, aún más abultada si cabe, entre punks anarquistas y cachorros neonazis dentro de un espacio todavía más claustrofóbico: un garito de mala muerte lleno de punks neonazis y skinheads situado en un páramo perdido de Oregón.
Pat, Sam, Reece y Tiger son los miembros de una banda de punk que accede a tocar en un local lleno de simpatizantes de un movimiento neonazi despues de que su último bolo haya sido cancelado. Al margen de lo difícil que resulta comprender que una banda de rock de ideología anarquista acceda a jugarse la vida actuando en un lugar así, el guión vira hacia un terreno más propio del thriller de acción cuando los chicos son testigos de un asesinato y se les obliga a permanecer encerrados en el lugar del crimen hasta que se vaya la policía y haga acto de presencia el dueño del bar y líder del movimiento supremacista, un inquietante Patrick Stewart.
Patrick Stewart ya es perro viejo y apenas necesita mover una ceja para dar miedo, tanto a esos esbirros acólitos en los que transige como a los intrusos de los que quiere deshacerse por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. De hecho la insidia contenida del propio Stewart y su brillante economización de gestos en cada acto de maldad son la única razón para interesarse por esta revisión de 'Perros de Paja' y 'Asalto a la comisaría del Distrito 13' pasada por el filtro de la cultura de litronas.