Si alguien hubiera intentado convencerme de que, a estas alturas, una nueva película de zombies, no sólo no me aburriría, sino que además me resultaría estimulante, habría pensado que una horda de los susodichos le acababa de comer el cerebro. Ni siquiera excusándome en el valor añadido de no ser una producción estadounidense, cuyas cintas de muertos vivientes hace mucho que dejaron atrás los tiempos de bonanza creativa. No me voy a subir por las ramas como su propio director, el quebequés Robin Aubert, citando a Robert Bresson y Andrei Tarkovsky entre sus principales referentes, pero sí me atrevería a afirmar que 'Los hambrientos' (2017, Robin Aubert) consigue todo aquello a lo que 'Maggie' (2015, Henry Hobson) sólo aspiraba, quedándose a medio camino, y desde ya entra en mi podium de cintas recientes sobre infectados junto a '28 días después' (2002, Danny Boyle) o 'Melanie, The girl with all the gifts' (2016, Colm McCarthy). Aquí sólo hay campo, niebla y muertos que caminan... sin más efectismos. A George A. Romero le habría gustado ver esto.