Deduzco que te preguntarás si, en su tercera aventura juntos, la química entre el actor ocasional y documentalista Alex Winter y la estrella de Hollywood -a cada cuál hay que otorgarle el grado que le corresponde- Keanu Reeves resiste intacta tras 29 años: para responder a eso basta con recordar que su amistad real sí lo ha hecho.
La sonrisa de memo de Bill es la misma. Los andares de orangután y la voz gutural de Theodore también. Los 'excelentes' riffs de guitarra. El Capitán Logan (Hal Landon Jr.) continúa cortándoles el rollo. Y no, aunque el maquillaje de William Sadler lo oculte parcialmente, La Muerte no ha gozado de la inmunidad de Winter y Reeves al estrago del tiempo. Bill y Ted son tal y como los recuerdas, y en igual medida (bueno, mucho más) que sus esforzadas réplicas teen: el actor de género no binario Brigette Lundie-Payne (Billie) y la omnipresente Samara Weaving (Thea).
Por cierto, ¿me lo he imaginado yo o la versión futurista de San Dimas en el siglo 28 es una reproducción de la Ciudad de las Artes y las Ciencias?
Dean Parisot es el realizador a los mandos universotemporales del nuevo garbeo en la supercabina telefónica. Y si hay algo de lo que puede presumir que controla uno de los cohechores en 'Dirk Gently: Agencia de Investigaciones Holísticas', o esa infravaloradísima chorrada de culto que fue 'Héroes fuera de órbita', es de saber cómo repescar a una pareja de antihéroes descerebrados y ¿viejos?... y no aburrir en el intento.
¿Veredicto? ¡Es posible ser enrollado a los cincuenta!
Los creadores de la saga Ed Solomon y Chris Matheson repiten al guión y produce Steven Soderbergh.