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Voto de antonio lopez herraiz:
10
Comedia Torrente es un policía español, fascista, machista, racista, alcohólico y del Atleti. Tiene un vecino llamado Rafi, al que le gustan las películas de acción y las pistolas, y que vive con su madre y su prima Amparito, una ninfómana. Juntos, Torrente y Rafi, patrullarán por la noche las calles de la ciudad. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2023
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Aunque dicho ahora pueda sonarnos a chino -bien empezamos con los dobles sentidos para hablar de su ópera prima- hubo un tiempo en el que a Santiago Segura le gustaba convertirse, en la ficción, en degenerados que se entretenían torturando, vejando y matando criaturas inocentes similares al tipo de público que hoy llenaría las salas de cine para ver sus películas.
De dos de sus cortometrajes previos amamantado por la teta de la turbia guarrería "jessfrankiana" Segura preservó -de momento- la atmósfera malsana y una personalidad que explotaba, reivindicándola, una estética feísta y desagradable con la repugnancia como señas de identidad celtibérica gustosamente rancia.
No es Berlanguiano. No es Azconiano. Ni tampoco Mariano Ozores. Ni Jess Franco. Es todos ellos, sencillamente, porque todos cabían como homenajeados en un festín de casposo marranismo rabiosamente divertido, una comedia de acción cañí repleta de chistes que sería imposible reproducir en redes sociales veinticinco años después:
"¡Vamosss! ¡Vengaaa! ¡¡¡Venga, corred a por la chuletaaa!!"
Los influencers aún no existían y los famosetes de medio pelo todavía no tenían tanto tirón en el cine como para ocupar más que unos pocos minutos (salvo si te dirigía Álvaro Sáenz de Heredia): a Cañita Brava le cundírían mejor unas pocas secuencias que al resto de los colaboradores pese a no llegar a cobrar jamás sus 5.000 pesetas de whisky.
El director Daniel Monzón ('Celda 211') tomaría la prudente y sabia decisión de no prolongar su carrera interpretativa al tocar techo como dependiente de una tienda que grita encañonado por Jorge Sanz y Gabino Diego mientras el "inspector" Torrente probaba gratis los desodorantes. Fernando Trueba aparecía también el ratito justo para que le diese tiempo a repartir unas cuantas hostias.
Lo que el futuro le depararía, entre otros tantos, al "sobrino tonto" Antonio de la Torre o a un Javier Cámara que ya era famoso gracias a la televisión (con Andrés Pajares) es otra historia:
- Pero vamos a ver, ¿tú has foll#%, chaval??
- No, pero lo he visto en las películas.
- Sí, en las de Cantinflas".
Las maldades se las reparten los capos Espartaco Santoni y Manuel Manquiña, que sabe lo suyo de torturas porque ha visto muchas películas -te puedes fiar si lo dice Carlos Bardem, con no mucho más diálogo que Javier dejándose remolcar del suelo por Poli Díaz-.
Nunca fue tan cierto el tópico de reconocer que la primera era la mejor. No es la que mejor estaba rodada, pero a Segura le salió un artefacto tan soez y puerco como auténtico, empieza con temazo del Fary (¡acompañado del cubata instantáneo!) y además recuperaba al sensacional Tony Leblanc sacándolo de su retiro, aportando mendicidad neorrealista al conjunto (y lo del neorrealismo lo digo sin choteos)
Una mugrienta obra de arte.
Qué, ¿nos hacemos...?
Apunte personal: doy por sentado que desde que se dedica a la música (con probado talento, por cierto) Jimmy Barnatán mantiene una relación mucho menos perjudicial con los micros.
antonio lopez herraiz
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