Si así, de entrada, os dejo caer que 'It came from the desert' (2017, Marko Mäkilaakso) es una comedia gore producida por Canadá, Finlandia y Reino Unido sobre un puñado de hormigas gigantes que invaden Nuevo Mexico, poco más habría que aclarar al respecto, salvo que es la mamarrachada más carente de sentido, desinhibidamente cutre y con el guión (es un decir) más absurdo y repleto de gags sangrientos que he visto desde 'Ovejas Asesinas' (2006, Jonathan King). Viene a ser igual que un garrafón (adulteradísimo) entre 'Arac Attack' (2002, Ellory Elkayem), 'Temblores' (1990, Ron Underwood), y 'Starship Troopers' (1997, Paul Verhoeven) pero con la dosis extra de mala uva que le faltaba a la primera, la misma tropa de personajillos cazurros y sureños que peleaban contra un gusano subterráneo en la segunda y, por desgracia, menos recursos técnicos para recrear a los bichos gigantes que en la gamberrada de Paul Verhoeven. Aunque esto último no ha de ser necesariamente un defecto. Y no, tampoco me olvido de esos cruciales guiños a 'Jurassic Park' (1993, Steven Spielberg) y 'Aliens' (1986, James Cameron), pero tampoco quiero pasarme destripando el argumento.
Lukas (Alex Mills), Brian (Harry Lister Smith) y Lisa (Vanessa Grasse) se dirigen juntos a una rave party en mitad del desierto para conocer al protagonista de su saga de terror favorita, 'El Erradicador'. Cuando las hormigas alteradas genéticamente que permanecen en un laboratorío subterráneo secreto huelan el alcohol y la cerveza, decidirán salir fuera a echar unos tragos y comerse unos cuántos humanos.
Para comprender mejor a lo que te expones visionando 'It came from the desert', lo más recomendable es que te ciñas a lo primero que he mencionado al comenzar esta crítica: es una puta peli finlandesa sobre unas putas hormigas gigantes que invaden el puto Nuevo Mexico. ¿Qué más necesitas, colega?