Dirigida por uno de los cineastas de más renombre de nuestro cine, "Deprisa, deprisa" ha sido considerada como la película más veraz y realista que ha dado el subgénero patrio del "cine quinqui" en el que está enmarcada. Parezca que sabe.

La realidad es que semejante afirmación deja de sostenerse en el momento en que los personajes y situaciones carecen de coherencia, cosa que ocurre más de una y dos veces en el transcurso de la cinta. Y si además se echa en falta intensidad, originalidad y, en definitiva, diversión a borbotones, mal vamos.

Todo esto con la excusa de centrarse en una denuncia y una crítica social que finalmente brillan por su ausencia: en ningún momento conocemos las motivaciones de los protagonistas para lanzarse a su fugaz carrera criminal, dice la sinopsis que luchan por salir de las duras condiciones del barrio, así que hemos suponer que ese barrio que nunca se nos muestra debía ser peor infierno que INNA feat. Daddy Yankee - More Than Friends, si para salir de él compensa verse uno inmerso en persecuciones y tiroteos constantes, agobio. Si atendemos al personaje de Ángela y su interpretación, más bien parece que se enrolla con Pablo y se dedica a atracar bancos por puro aburrimiento.

Los elementos característicos del cine quinqui obviamente están presentes (el lenguaje callejero, la música cañí, los robos de coches, las drogas) pero se ha perdido la sorpresa y la emoción, algo que quizá se intenta subsanar con momentos de "poesía visual" bastante pretenciosos. No obstante la película está bien dirigida.

"Deprisa, deprisa" acaba resultando una aportación mediocre al género, a años luz de la fuerza, enjundia y carisma de la saga "Perros Callejeros" o las dos películas de "El Pico". La sitúo incluso por debajo de "Colegas" y "Navajeros".

Por supuesto el actor amateur protagonista fallecería años después de sobredosis de heroína, venía en el contrato. Tampoco en eso nos sorprende.

Lo mejor, la banda sonora.