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Voto de Cinemagavia:
7
Drama. Comedia En París, las cosas no comienzan bien para Yoav. Un joven israelí que llega a la capital francesa con grandes expectativas, decidido a deshacerse de su nacionalidad lo más rápido posible. Para él, ser israelí es como un tumor que debe ser extirpado. Convertirse en francés, por otra parte, simplemente significaría su salvación. Para borrar sus orígenes, Yoav primero decide no hablar una sola palabra de hebreo. El diccionario se convierte ... [+]
12 de febrero de 2020
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Sinónimos de una relación tóxica

Sinónimos comienza con la llegada a París de un joven mochilero que accede a una vivienda desamueblada. Tras tomar una ducha, descubre que sus pertenencias han desaparecido. Así que acude en busca de auxilio de los vecinos. Pero ninguna puerta abre a un desconocido en pelotas. A la mañana siguiente una pareja de vecinos jóvenes y curiosos entran al ver la puerta de un piso abierto. Estos buenos samaritanos, al ver al joven en la bañera inconsciente, deciden acogerlo en su hogar. Enseguida se dan cuenta de que es judío, la circuncisión no engaña. Pronto el joven despierta recibiendo comida, techo y ropa. Su nombre es Yoav y viene de Israel. Y reniega del hebreo y todo su pasado.

Emile y Caroline, por su parte, son dos amigos acomodados e intelectuales que comparten piso. Ella, músico profesional de orquesta; él, escritor frustrado. Ambos ven en Yoav una oportunidad de redimir sus vidas grises y aburridas. Así, Yoav parece sentirse en deuda con ellos siempre. Y ofrece a cada uno lo que desea, siendo sinónimos de una relación tóxica. Pero Sinónimos es algo más que un triángulo vicioso. Es la búsqueda de Yoav por encontrar un futuro de paz interior. Como soñaba desde que huyese de su país y del ejército al que perteneció. Sin embargo, desaprovecha las oportunidades que recibe o no elige bien su camino. Lo cual le provoca unas inseguridades y frustraciones que le harán enloquecer hasta límites insospechados.

*La Nouvelle vague es una clara referencia

Yoav es un personaje que recuerda al joven e ingenuo Joe Buck de Cowboy de Medianoche (John Schlesinger, 1969). Pero las facciones y los gestos de Tom Mercier se acercan más al coetáneo y salvaje Tom Hardy. El contrapunto lo ofrecen Quentin Dolmaire y Louise Chevillotte, algo más comedidos en lo que se refiere a su actuación. Un acierto por parte del casting de la película.

La Nouvelle vague es una clara referencia cinematográfica para Sinónimos. Aunque solo comparta el tema de la amistad, recuerda algo a Jules y Jim (François Truffaut, 1961). Y, visualmente, es innegable la influencia del atrevido Jean-Luc Godard. Esto es un hecho que el propio director reconoce en entrevistas. Para conseguir ese realismo, Shai Goldman le da el nervio y la calma que necesita la cámara en cada momento preciso. Recurre al esteticismo como recurso que combina los diferentes enfoques de cámaras (de cine y móvil) sin tener mayor explicación.

Siguiendo con la historia, la salvación de Yoav en París acaba mostrando su lado más oscuro. Primero, la renuncia al hebreo como protesta contra lo establecido (su padre, el ejército). Después, el deseo irrefrenable de triunfar (conseguir la nacionalidad francesa, sobrevivir escribiendo sus propios relatos) aprendiendo francés con un diccionario. Al final acaba usándolo para encontrar los sinónimos con los que define a su (abominable) país de origen. Lo que se traduce en sinónimo de fracaso social.

*Sinónimos un ejercicio de auténtica libertad

Aunque Sinónimos beba de la biografía del propio director, se trata de una trama muchas veces vista en cine. La historia del ex militar tronado que llega a la ciudad y cree tener autoridad para alzar la voz. Si bien el libreto de Navad Lapid es inteligente y equidistante. Aquí abre debate sobre temas de estado tan candentes como la religión o el terrorismo. Las referencias a los atentados contra la comunidad judía en el país de las crepes son continuas. De los diálogos subyacen opiniones contrapuestas. Y con ninguna se casa: ambas razones, la francesa y la israelí, son imperfectas. Lo que más sorprende es que no caiga en la autocensura. Ya que el film fue financiado con fondos públicos de Francia e Israel.

Ese atrevimiento por no dejarse llevar hace de Sinónimos un ejercicio de auténtica libertad. La experiencia personal de Lapid resuena en cada secuencia del film, y eso es pura frescura. Este viaje lo hizo, sin una explicación aparente, hace veinte años impulsado por sus ídolos Napoleón, Godard y Zidane. Tres grandes genios en los que fijarse en lo bueno y en lo malo. Lapid quería retratar la doble miseria de vivir en la inmundicia y la insatisfacción personal. El resplandor de Víctor Hugo también está presente en la obra.

*Conclusión

Que Nadav Lapid sea reconocido ahora es cuestión de trabajo duro y mucho sacrificio. Ahora muestra lo que sintió en sus orígenes en Europa en Sinónimos, último Oso de Oro y premio de crítica. El realismo de la Nouvelle vague se instala en este film turbio y mordaz. Que no deja en tan buen lugar a nadie, como se presuponía. Aunque sea un relato de ficción, los personajes de Emile y Caroline, por ejemplo, existen realmente. Y Yoav, pese a ser fruto de una voz interior, tiene reminiscencias de verdad.

Está bien que los Estados sean atizados de vez en cuando por sus propios beneficiarios. Se trata de vivir en comunidad, y la realidad política abruma actualmente. Cada organización protege a los que se posicionan en su extremo, no así las personas que piensan a su manera. Y son precisamente estas quienes más apoyo necesitan. Las cosas funcionarían mejor. Y el mensaje de Nadav Lapid es contundente. Cuidado con el odio.

Escrito por Carlos Vera Tordera
Cinemagavia
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