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Voto de Cinemagavia:
7
Western Un empresario irlandés se beneficia cuando los forajidos toman el control de una pacífica ciudad fronteriza estadounidense, pero su familia se ve amenazada a medida que aumenta la violencia. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El western ha cambiado

Cuando uno piensa en su infancia ligada al cine, es fácil recordar que uno de los géneros que más hemos disfrutado de pequeños es el western. ¿Quién de nosotros no soñó alguna vez con que se hiciera realidad el parque temático de Almas de metal (Michael Crichton, 1972) y poder deambular por esos pueblos polvorientos hecho todo un vaquero del lejano Oeste? Parece que el género interesa menos a las nuevas generaciones que sistemáticamente le dan la espalda en la taquilla. Los tiempos han cambiado y el western también. Ya no hay espacio para héroes.

Si Eastwood ya pasó del spaghetti de Leone al tono crepuscular de obras cumbres como El Jinete Pálido (1985), hay que reconocer que el reciente western europeo ha dado una vuelta de tuerca más hacia la desmitificación de esa época del pistolero. Se han hecho esta década obras excelentes como The Salvation (Kristian Levring, 2014), en Dinamarca, o Brimstone. La hija del predicador (Martin Koolhoven, 2016), en Holanda. Ahora es el turno a Irlanda con Tierra de violencia, un western que se enmarca en esa vertiente pesimista y desmitificadora de los últimos años.

*La dualidad moral del antihéroe

Tierra de violencia es seca, oscura, sucia y agnóstica. Es un western que tiene un planteamiento temático clásico donde vemos a unos malhechores sin escrúpulos que arriban a un pueblo tranquilo e imponen su propia ley. En este caso, se trata de una comunidad religiosa donde el párroco tiene más poder que el sheriff. Sin embargo, el concepto de comunidad se resquebraja fácilmente en los momentos de crisis.

El antihéroe de la función es un enterrador. La llegada al pueblo de unos pistoleros con el gatillo fácil, supone para él una dosis de trabajo extra que conlleva el consiguiente beneficio económico. Aunque no siente simpatía por los forasteros, mantiene la boca cerrada ante los abusos que se cometen, mientras las monedas de oro sigan llenando sus bolsillos. Esa dualidad moral del protagonista es otro aspecto reconocible en el western reciente.

*La tierra prometida convertida en un lugar oscuro y salvaje

El argumento de Tierra de violencia sigue los cauces de la previsibilidad, pero eso no quita que ofrezca una experiencia incómoda y desesperanzadora sobre la condición humana. El malo malísimo está encarnado por un estupendo John Cusack, un personaje arquetípico al que el actor le saca jugo, convirtiéndose en una presencia constantemente amenazadora. El enterrador tiene el rostro de Emile Hirsch, un actor que siempre cumple y que tiene un personaje más complejo. Su esperado duelo final es un poco laxo, pero no impide que nos encontremos ante una película sumamente interesante que bien merece un visionado.

No esperes un western con duelos al sol, ni persecuciones a caballo por amplias llanuras. Casi todo lo que sucede en Tierra de violencia ocurre al abrigo de la oscuridad de la noche. En el pueblo hay miseria, los campos a labrar son tierras pantanosas donde los caballos se desploman enfermos. Si te apartas del redil, los feligreses de la Iglesia te darán la espalda (esa madre e hija que al ser repudiadas deben ejercer la prostitución). Poco hay de la tierra prometida. La esperanza es un bien escaso. La ley y la justicia son conceptos que se difuminan.

El director Ivan Kavanagh, autor del inquietante film de terror El canal (2014), vuelve a mostrarse como un autor muy capaz. Con un ritmo apesadumbrado, transmite a la perfección esa atmósfera lúgubre y salvaje, donde el fuego redentor tiene ecos apocalípticos.

*Conclusión

Tierra de violencia es un western seco, oscuro, sucio y agnóstico. Está dirigido con mano firme por el irlandés Ivan Kavanagh (El canal) y lo protagoniza un reparto estupendo compuesto por John Cusack (Alta fidelidad, El Jurado), Emile Hirsch (La autopsia de Jane Doe, Freaks), Déborah François (El niño, Las hormigas rojas) y Sam Louwyck (Cargo, El país de las maravillas).

Más que encuadrarse en el estilo clásico de las películas del Oeste de nuestra infancia, se adentra en la vertiente más crepuscular y desmitificadora del género que últimamente está teniendo sus mejores ejemplos en Europa como hemos podido ver en The Salvation (Kristian Levring, 2014) o Brimstone. La hija del predicador (Martin Koolhoven, 2016). Se la recomiendo a todos los amantes del western que no temen la renovación y actualización del género.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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