*Un ritmo de locos

Si hay algo más que es digno de admiración es el manejo del ritmo y la tensión durante todo el metraje. Taquicárdico a más no poder, Uncut Gems (Diamantes en bruto) sumerge al espectador en la vida del carismático protagonista haciéndolo parte de su alocado viaje. Una vez la película comienza, te atrapa y no te deja escabullirte.

Muy resumidamente hablando, seguimos a Howard Ratner, el propietario de una joyería en Nueva York que vende exclusivamente a ricos y a famosos. A partir de un robo bastante importante nos vemos involucrados en la loca espiral que es el viaje de Howard, el cual con cada decisión que toma (sin desvelar nada, ya que sería una pena arruinarlo) cae cada vez más hondo, convirtiendo esta historia en una aproximación a la tragedia más pura de una forma oscuramente genial, vertiginosa, muy entretenida, e inteligente.

En cuanto a la tensión, está muy bien construida y va in crescendo hasta explotar en un clímax tan puramente intenso que te hará clavar los ojos en la pantalla como si tu vida fuera en ello. Pocas veces durante el metraje los Safdie dejan que te relajes, porque por mucho que nos encontremos en una escena, profundizando en las relaciones familiares del protagonista, sigue palpable esa atmósfera ahogando al personaje, que rebota en el espectador. El montaje, la destreza en la dirección, la mezcla de sonido o la propia música, son factores tan buenos que propician una sensación de intensidad y suspense como en muy pocos casos durante los últimos años.

*La reivindicación de Adam Sandler

Todo el planeta, o casi todo, tiene la misma percepción sobre Adam Richard Sandler y su carrera dentro de la historia del celuloide: un actor con gracia que ha participado la mayor parte de su carrera en comedias de (muy, en muchas ocasiones) baja calidad. Asimismo, mucha gente desconoce algunos puntos fuertes dentro de su obra, habiendo trabajado con autores de la talla de Paul Thomas Anderson o Noah Baumbach en Embriagado de Amor (2002) o The Meyerowitz Stories (2017), respectivamente. De esta forma ha ido desvelando que, con el material adecuado y esfuerzo, Sandler no tiene absolutamente nada que envidiar a las estrellas mundiales del cine. Esto puede sonar a clara exageración, pero es aquí, en esta magnífica película, donde Adam Sandler se reivindica y demuestra el pedazo de talento que este señor posee cuando se las quiere gastar.

El protagonista de Jack y su gemela llega y ofrece la mejor interpretación de su carrera, como el que no quiere la cosa. Aquí, Sandler se convierte en el canalla Howard Ratner, desapareciendo por completo cualquier rastro de él, lo cual es un cumplido máximo para un actor. Se transforma y desprende una energía, presencia, brillantez, suspense, y emoción brutales. Por otro lado, la increíble (no pararé de repetirlo) performance de Sandler ofrece su propio grano de arena a la película, pues algo que sobre el papel no funciona tan perfectamente, él consigue que lo haga. Esto se debe a la actitud de su personaje, despreciable en muchos aspectos, cuyo carisma impuesto por Sandler logra hacer que, por todo el metraje, empaticemos con él en todo momento y que el espectador logre aguantar los muchos momentos de insuperable tensión con él.

*Conclusión

En otras palabras, y tras una crítica de no mucha extensión, he de decir que con esta película los Hermanos Safdie han llegado para quedarse muchos años. De lo mejorcito de este ya memorable año 2019. Una joya instantánea que lleva grabada el nombre de Adam Sandler, pues él solo acarrea esta negrísima pero trágica comedia sobre la adicción, el sueño americano, y el estudio de un personaje que será recordado para el resto de los restos.

Por alto no debe pasar el hecho de que la Academia probablemente ignore el mérito alcanzado por Sandler, y que, en ese caso, se autoconfirmarán de nuevo como una broma pesada. A sus pies, Sr. Sandler. A sus pies.

Escrito por Carlos A. Bellver