Música: La percusión en Onibaba se funde con los múltiples estímulos que su visión proporciona. No tiene cabida una partitura épica. Tampoco unas notas en tonalidades propias del cine oriental. La clave es la percusión. Cortante. Incisiva. Amenazante. Instrumentos de percusión y un golpe seco de voz que resuena como presagio, como advertencia, como anticipo de un destino fatal.

Naturaleza: Juncos salvajes que se tambalean al compás de un viento maldito. Agua pantanosa y hostil presente como nexo de vida y muerte. Lluvia incesante en noche de demonios que se tornará asesina. La naturaleza envuelve a Onibaba en una desasosegante fantasmagoría. Las imágenes palpitantes, inquietantes, bellísimas. Y en medio de todo ello apenas dos cabañas y un hoyo homicida.

Muerte: Una guerra en el horizonte. No regresar significa estar muerto. Deambular por los terrenos de Onibaba, también. Las pertenencias del guerrero son más importantes que su vida. El hoyo hendido entre los juncos. Dos mujeres a la caza del hombre. Nada que perder. La muerte revolotea y se integra, convive y es necesaria. La salvación del hambre ha de pasar por el previo asesinato.

Supervivencia: La mujer anciana y la mujer joven. Dependencia mutua. Unión de fuerzas. Se complementan en su rutina de supervivencia. De la muerte de otros deviene el robo, del robo la venta, de la venta la comida. La anciana llora a su hijo, la joven a su marido. Ambas piensan en la necesidad de un hombre. Y de entre los juncos como un deseo maldito les surge uno.

Sexo: El sexo que tensa el hilo. Y que lo rompe. La carnalidad de la juventud abriéndose paso. La vejez que agoniza. El deseo desnudo tangible para una e inalcanzable para la otra. Los celos. El peligro de la soledad. La joven que respira sexo y que a través de él revive. La anciana que se quema temiendo la cercanía de su abandono y por ende de su muerte.

Miedo: La anciana manejando los resortes del miedo. El supuesto pecado de la carne envuelto en el tormento de la superstición. Y el Demonio que surge, como barrera y aviso espectral. La fragilidad de la culpa. El sexo que se balancea en la duda. Lo sobrenatural enfrentado a lo terreno. Y una noche de lluvia que fundirá a ambos mundos en una piel y una máscara.

Equilibrio: La maldición se asienta sobre la vejez, la vida continuará entre los juncos. El samurai, resarcido, descansa.

https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com