Tiene narices que todo lo que se me ocurrió al ver éste último trabajo de MARVEL es lo que dice el enunciado, porque la película es tan paupérrima, que si no es gracias a mi imaginación y mala leche, me hubiese salido a la primera media hora del cine y es que ya está bien de que nos quieran colar tamañas basuras a precio de Luis Vuitton.

No voy a negarle al binomio DISNEY-MARVEL la capacidad de vender su producto disfrazado de autenticidad, una autenticidad similar al Waka-Waka, de la inefable SHAKIRA, intentando retratar la realidad de África. Una realidad tan evidente como que BURGER KING es el top de la alta cocina o un SEAT LEÓN tuneado se convierte en un FERRARI.

No importa quién sea el director ni que el equipo actoral sea lo más parecido a una ameba o que los efectos especiales y eso es ya imperdonable, estén a la altura de una final de curso en la asignatura de manualidades. Ésta pantera negra quisiera transitar a rosa, pero ni eso es capaz de hacer, ni con los modelazos de pasarela que se visten en Waka-Waka, son capaces de sacarla del pozo de incompetencia y estertor en que está metida hasta el cuello ésta basura llamada BLACK PANTHER.