Estaba algo retiente con ésta película inglesa, pero me pareció un buen recurso para pasar una tarde desapacible de tormenta y así darle una oportunidad después de los buenos ratos que me han hecho pasar apuestas tan acertadas como “Antebellum”, “La cabaña siniestra”, “Hil Kanpaiak ” o “Baby”, lo último del género que había visto.

Lo cierto es que me ha dejado con una sensación agridulce porque a pesar del indudable interés que despierta el relato éste no me ha llegado a perturbar en ningún momento, salvo al final, donde se ve la verdadera esencia de toda la película y ese espíritu transgresor de su joven directora Rose Glass aunque no me parece suficiente para darle una mejor nota.

El brumoso aire “Brittish” que destila la película le sienta muy bien y se agradece, hacía tiempo que no veía una producción inglesa tan pagada de sí misma y con esos personajes tan propios de buena parte de su cinematografía. Personajes que parecen “defectuosos” y no sobresalen por su estética o especiales cualidades, sino que se mueven entre lo anodino y lo grotesco, como la propia protagonista “Maud” interpretada por una estoica Morfydd Clark , la bailarina jubilada enferma “Amanda” o la petulante compañera de trabajo de “Maud” estupendamente interpretada por Lily Knight.

No obstante es una película diferente e interesante, aunque no me haya hecho moverme incómodo en mi butaca hasta los quince minutos finales.