Vale, hay un par de cosas a rescatar de la película: un estilo visual acertado, que no resulta excesivamente llamativo, pero que evita vaguerías visuales, lo que la pone a competir con producciones hollywoodenses sin ningún problema. También tenemos una banda sonora sencilla pero emotiva, y una apabullante recreación de Berlín de 1945.

Y luego está el enfoque de la película, que ha sido el detonante de las discusiones.

Por un lado se aplaude el riesgo y las pelotas de mostrar a Hitler como un personaje humano y con sentimientos...¡bien ahí! pero luego nos topamos con que no solo nos lo pintan a él como un tipo incomprendido, si no a todos sus simpatizantes.
Porque aquí, los incomprendidos, las victimas atormentadas son los nazis, y los demás son los villanos ¡hay que jorobarse!

Una cosa es querer dar un nuevo punto de vista de la historia (el de los vencidos), y otra pasarse ¡no jodan!

Encima es una producción dirigida por alemanes. Total, si los norteamericanos cuentan su versión, pues ¿porque ellos no? Pero una cosa no justifica la otra.

Y lo siento, pero eso no me lo trago. Por mucho que Bruno Ganz ponga cara de perrito triste mirando con ojos húmedos lo que pasa a su alrededor, por muchos suicidios y ejecuciones que haya, por mucho que Hirschbiegel llene el largometraje con cadáveres esparcidos por todo el lugar...

¡Ah! ¿y a que viene eso de mostrar la historia desde el punto de vista de la secretaria? ¿cuál es su trascendencia en todo esto? ¿y esa última escena con el niño? ¿y esos clips documentales al empezar y acabar la película?

No puedo con esto, la verdad.