Es imposible hacer una película que se llama Ghostbusters y pretender que la gente no la compare con otra que se llama igual y que se hizo anteriormente. Y más si los actores de aquella, vuelven a aparecer en esta en forma de pequeños cameos.

Dicho ésto, e intentando hacer abstracción de la inevitable comparación, e ignorando en la medida de lo posible la polémica que se ha generado por el feminismo y bla bla blaaa, me gustaría hablar de esta película como tal, analizándola como lo que es y no como lo que significa para unos y otros.

- Parece una obra de teatro: hay escenas de diálogo de personajes que no acaban nunca, empiezan hablando, sueltan un chiste, siguen hablando... Y tú piensas, bueno, aquí acabará la escena.... No. Sigue. Y sigue, y sigue, y te empieza a aburrir hasta que pierdes interés. La película te encierra en estos diálogos constantemente, donde se pretende lucir a los protagonistas, volviéndolos, por el contrario, pesados y cargantes. Estás toda la película deseando que haya un plano abierto de un paisaje... La ciudad vista desde lejos... No sé, un poco de aire. Esta claustrofobia, que por la naturaleza y limitaciones del género sientes a veces en una obra de teatro, es una constante de esta película, sobre todo al principio.

- El guión es muy mediocre: chistes muy infantiles, historia muy floja, desarrollo muy básico, montaje aburrido a ratos, cambio a un ritmo frenético al final.

- No se llega a coger cariño a los personajes, son histéricos estereotipos que chirrían en cada pose, en cada diálogo. No te identificas con ellos, no puedes sentir empatía ni simpatía. Símplemente no caen bien, no hacen gracia, están sobreactuados sin control.

- La película tiene la pretension de dirigirse a todas las edades y no han conseguido captar al público adulto, hen creado un entretenimiento para pequeños y adolescentes.

- Los efectos visuales, de gran calidad, parecen sacados de un videojuego. Son muy "irreales". Uso comillas por que decir que un fantasma es irreal parece absurdo. Pues no, se puede hacer más real, más profundo, menos caricaturesco e infantil.

- La moda del "Reboot" que estamos viviendo es un arte muy complicado, en la que sólo algunos pocos logran interesar y diferenciar. Este Cazafantasmas imita tanto a su predecesora, ya no en tema, sino en escenas y encuadres, planos de personajes y edificios, desarrollo de la historia... Que hace pensar, si es un Reboot, ¿por qué calcan las escenas? ¿Es necesario volver a hacer el edificio enorme con la nube verde encima? ¿Es necesario hacer que otro monstruo blanco gigantesco vuelva a perseguir a los protagonistas? Y así todo...

- Los chirriantes cameos son la peor flaqueza de la película. Para los que estamos al cabo de la actualidad cinematográfica nos afecta ver a un Bill Murray, que nunca quiso protagonizar una nueva película de cazafantasmas, aparecer de la única forma que él decía "soportar": en forma de cameo como un fantasma, o como un villano, siendo en este caso, lo segundo. Un Dan Aykroid taxista, que sí quiso hacer una nueva entrega con el reparto original en su día, pero su amigo Bill no le dejó. Una Segurney Weaver aviejada, en un minicameo absurdísimo y sin gracia, y por último un Ernie Hudson, que sale como padre de la prota de color. Cameos que no vienen a cuento, porque las nuevas generaciones no saben quienes son, y los que sí lo sabemos, habríamos preferido verles en su propia película, y no como mero atrezzo, si el Pobre Harold Ramis hubiera seguido entre nosotros.

No la recomiendo a no ser que tengas 15 años o menos, que es la única forma de pasar por alto las deficiencias evidentes, así como la desafortunada historia de este Reboot, cuya gestación lleva 30 años dando vueltas por Hollywood y nadie se ha atrevido a hacerla hasta hoy. Por algo será.