James Cameron es un excelente comunicador, sólo con verle hablar en cualquier "Cómo se hizo" se da uno cuenta de su facilidad para convencer y de la claridad de sus ideas. Si a esto le añadimos un don especial para la técnica, una capacidad abrumadora para cuidar los detalles y un sentido artístico sobresaliente, no nos debería extrañar que este "Cyborg" con el que un día tuvo pesadillas, se convirtiera en un fenómeno cinematográfico de tanta categoría y reconocimiento a lo largo y ancho del planeta.

Yo siempre digo que "Terminator 2" es la secuela que mejor ha coronado, completado y ensalzado a su antecesora. Es un fenómeno raro, ya que se pueden contar con los dedos de una mano las segundas partes que son iguales o mejores que la original. La esencia y genialidad de esta película es que ahonda con maestría en el hilo argumental que tanto nos hizo pensar (la famosa paradoja temporal), además profundiza ingeniosamente en el drama de sus personajes y mejora considerablemente el aspecto visual, no solo en cuanto a efectos digitales sino a la originalidad a la hora de utilizar las técnicas de filmación más innovadoras. Igualmente, rellena los posibles huecos e incógnitas de la primera parte y plantea otras nuevas, respetando sin fisuras las premisas de su antecesora.

Tiene un guión inteligente, impecable, lleno de divertidísimos giros, situaciones de gran calidad dramática y acción espectacular. Todo presentado con elegancia y en la dosis precisa para que podamos disfrutar visualmente y a la vez tengamos tiempo para reflexionar sobre lo que estamos viendo.

Sí, es cierto que esta segunda cinta tiene un aire más comercial, pero se puede perdonar a cambio de tanta genialidad condensada en unos fugaces 135 minutos, que al final incluso saben a poco.

¿Qué más se puede decir que no se haya dicho ya? Tan sólo invitar a todos a verla, les guste o no la fantasía o la ciencia ficción, porque más allá del género, ésta es una verdadera lección de cinematografía que cualquier aficionado debería ver al menos una vez.