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Voto de Manospondylus:
9
7,1
5.635
Animación. Drama. Fantástico Anna es una chica solitaria, sin amigos, que vive con sus padres adoptivos. Un día es enviada con el señor y la señora Pegg. Allí, donde se extienden las dunas de arena, conoce a una chica llamada Marnie, quien pronto se convertirá en su mejor amiga. Habiendo aprendido muchas cosas sobre la amistad, Anna se dará cuenta de que Marnie no es quien parece... (FILMAFFINITY)

20 de julio de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que una película de Ghibli es una joya es casi redundante: se da por supuesto que todo lo que salga del legendario estudio va a ser una maravilla. Por supuesto, a estas alturas nadie duda de que Ghibli ha aportado auténticas obras de arte de la animación en sus treinta años de historia. Aún así, Omoide no Marnie (El recuerdo de Marnie) sorprende. Sorprende por su calidad, sorprende por su planteamiento y sorprende por su historia y su desenlace (claro, para quienes no hubiéramos leído el libro en el que se basa; algo bueno tenía que tener que no se publicara en España). Y sorprende también porque escribe y dirige Hiromasa Yonebayashi, cuya carrera como director se reduce a sólo otro largometraje (Arrietty y el Mundo de los Diminutos) y en esta ocasión no contaba con la ayuda de Miyazaki ni de Takahata, y aún así el resultado es magnífico.

La trama sigue la vida de Anna, una preadolescente que vive en la ciudad de Sapporo junto a sus padres adoptivos (tiene más presencia la madre a la que Anna llama "tía") y que tiene serios problemas de socialización y parece deprimida por algún motivo. No muestra más intereses que el dibujo, un arte que realiza estupendamente, aunque conviene advertir que siempre sombrea sus dibujos pero jamás les da color. Por si fuera poco, Anna padece asma, una enfermedad que se retroalimenta con sus otros problemas desembocando en una fuerte crisis durante el recreo. Aconsejada por el médico, su madre la envía con unos parientes a una pequeña localidad costera. Anna no parece muy entusiasmada con la idea, pero tampoco pone muchas pegas. Tras un solitario y tranquilo viaje en tren, Anna llega a su destino donde inmediatamente queda maravillada por el paisaje. Pero es la gran mansión que se yergue junto a las marismas lo que más le llama la atención. Se trata de una casa grande y lujosa, de estilo occidental, que muestra un aspecto descuidado y que a Anna le resulta extrañamente familiar, ejerciendo una atracción sobre ella que no entiende. En sus sueños aparece la mansión y en ella, tras las ventanas, se vislumbra la figura de una niña rubia. Una noche, Anna se acerca al enigmático lugar y descubre que parece estar habitado. Junto al embarcadero la espera la chica que vio en su sueño, Marnie. Y hasta aquí puedo contar.

Mucho menos sobrenatural de lo que sugieren los trailers y spots (y de lo que ciertos espectadores mantienen), y aún así tan mágica como cualquier otra película de Ghibli. Mágica en el sentido de encantadora, por la belleza que emana del entorno bucólico en el que transcurre casi toda la acción, por las hipnóticas secuencias oníricas, por la atmósfera que invade toda la cinta y por la forma en la que se relata esta historia; y, por supuesto, por la historia en sí, unas de las más originales que puedan encontrarse en la animación y fuera de ella (mérito de Joan G. Robinson, por cierto, como comento más abajo), y que constituye un ejemplo perfecto de que se puede elaborar un argumento único e interesante sin complicarlo y saturarlo de subtramas.

Además de realista, es también más seria y triste que las películas a las que nos tiene acostumbrados el estudio nipón (me refiero a las obras más conocidas de Miyazaki, pues hay otras notables excepciones); incluso podría decirse que es más madura, aunque adapte un libro juvenil. No es que ocurran sucesos especialmente lúgubres, pero el conjunto deja una sensación agridulce y prácticamente no hay espacio para el humor. Aún así, es perfectamente apta para el público de menor edad, aunque siempre habrá a quién le resulte aburrida por su tono y contenido.

Por si quedaba alguna duda, para bien y para mal, no es la Tumba de las Luciérnagas. Curiosamente, ambas cintas están basadas en libros, sin embargo ahí acaban las similitudes. No tienen nada que ver ni en la intencionalidad ni en las formas. Incluso como dramas son completamente diferentes: la obra maestra de Isao Takahata sigue siendo con diferencia la más cruda y sobrecogedora de toda la filmografía de Ghibli (y casi del cine de animación en general, obras experimentales al margen), dejando con un nudo en la garganta que hará que, pese a su incuestionable calidad, dudemos a la hora de volverla a ver. En cambio, el Recuerdo de Marnie es una película que muchos y muchas reveremos para volver a recrearnos con la belleza de cada momento, para volver a acompañar a Anna, ese personaje tan bien construido, tan real, que resulta sencillo identificarse con ella, en especial quienes alguna vez hemos estado "fuera del círculo"; y para volver a emocionarnos con su magnífico clímax.

Efectivamente, aunque El Recuerdo de Marnie es disfrutable de principio a fin, el desenlace es uno de sus aspectos más llamativos. Es cierto que aparecen ciertos detalles que permiten que resolvamos el enigma principal antes que la propia protagonista (algo, evidentemente, puesto de forma deliberada por Yonebayashi), pero estos elementos no van apareciendo hasta pasada la hora de metraje, así que en ningún caso puede considerarse una película predecible (quienes dicen que desde el principio veían venir cómo iba a acabar mienten escandalosamente; o ya conocían la novela). Además, nada de ello le resta emotividad a un desenlace frente al que es difícil no dejar escapar alguna lágrima (puede que más de alguna). No añadiré nada más, porque cualquier spoiler puede empañar la experiencia de ver esta película por primera vez.

Por otra parte, el dibujo es sobresaliente, como cabría esperar de un estudio que ya ha demostrado en muchas ocasiones de lo que es capaz y que confirma, una vez más, que la animación tradicional en 2D aún tiene mucho que ofrecer incluso en un mundo en el que las grandes compañías (como Disney y Dreamworks) parecen haberla abandonado definitivamente. Ambientado en Hokkaidō, los escenarios del filme son extraordinarios: la idílica vista desde el dormitorio de Anna, la majestuosa mansión, el amenazante silo en ruinas, la bahía...

(Continúa sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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