"Vivir sin aliento" es romántica, emocionante, de un vitalismo contagioso. Una película injustamente olvidada, cuya desgracia es ser un plagio americano del clásico francés "Al final de la escapada". Nadie se atreve a reconocer que esta versión es más entretenida que la película original de Godard, una discutible obra maestra de efectos soporíferos nunca confesados.

Jim McBride customiza con los vibrantes colores del pop el frío blanco y negro de su referente. "Vivir sin aliento" esquiva la experimentación vanguardista de la Nouvelle Vague y se reafirma como melodrama al más puro estilo Hollywood.

Richard Gere en su mejor momento, fanfarrón y apasionado. Un espíritu libre con la policía en los talones, mientras el piano de Philiph Glass anticipa la tragedia en esa avenida de Bevely Hills. Un final épico, de mayor intensidad emocional que la asepsia conceptual del original elevado a escena de culto por la modernidad gafapasta.