Se dice que el póker es un juego de destreza, no de suerte como la ruleta o los dados que se basan en apuestas más o menos aleatorias, y seguramente sea cierto, ya que el éxito está más relacionado con las emociones. En "Mollys Game" el consagrado guionista Aaron Sorkin, que debuta como director, cuenta la fascinante historia real de cómo Molly Bloom gestionó con destreza un submundo de poker sin repartir, o jugar, una sola carta. La misma destreza que la protagonista, interpretada de manera sublime por Jessica Chastain, demuestra Sorkin con un guión que sabe encajar la intriga y el drama con los hechos reales de la trama, gracias en gran parte a unos diálogos maestros que recuerdan a sus mejores días como guionista.

La historia real de Molly Bloom es de esas que, si te la cuentan de alguien que conoces, seguramente pensarías que está muy exagerada, o directamente es mentira; largas y sorprendentes partidas de poker con famosos de todo tipo, elencos variopintos sin duda, en las que se juegan grandes sumas de dinero, y la mano titiritera en la sombra que lo gestiona todo, con sus causas y sus consecuencias. Cuando la película pone el foco en este hilo principal es cuando ofrece sus mejores momentos, las veces que se desvía en las subtramas con Idris Elba y Kevin Coster, abogado y padre de la protagonista respectivamente, el ritmo flojea porque pese a estar bien acompañadas por las interpretaciones de los actores secundarios, las subtramas son menos interesantes; lo cual es casi inevitable viendo el surrealismo y veracidad de la principal.

La dirección de Sorkin deja detalles interesantes pero no es lo más destacable de esta película, esa parte le corresponde al guión, y a la maravillosa interpretación de Chastain que demuestra una vez más el amplio abanico de registros que domina esta actriz. Si en el poker, como en la vida, como en el cine, no se trata de suerte, sino de destreza, "Mollys Game" tiene de sobra.