Salvaje, bestial, cruda, realista, efectista, son algunos de los adjetivos que he escuchado sobre este testamento fílmico de Stallone, y creo que reflejan más o menos la esencia de John Rambo.
Un soldado viejo, de vuelta de todo, que se dedica a cazar serpientes y que vive al lado del horror sin inmutarse, hasta que el amor?¿ en forma de misionera de buen ver llama a su puerta.
Y a partir de ahí comienza la orgía de violencia y hemoglobina 100% made in Rambo.
Deleznable argumento, patéticos diálogos, mediocres actores... pero he de reconocer que este tio sabe de cine, la coreografía de la violencia es casi perfecta y la cámara (siguiendo el camino marcado por Spielberg en su soldado Ryan) nos acerca a la cruda realidad de la guerra de forma irreprochable.
Esperemos que Stallone ponga su buen hacer tras la cámara al servicio de otro producto con más empaque que éste.