Insufrible caracterización de Santiago Segura en esta película hortera y que carece de valores fílmicos. El lamentable guión está plasmado de una forma rutinaria y anodina, palpándose además una notable chabacanería ambiental. Parece que el cine español no sale de su triste decadencia y que sólo la vulgaridad es lo que asegura el éxito de un proyecto. Este film supuso el regreso a las pantallas de Tony Leblanc, el célebre intérprete de varias aceptables comedias durante los años 50 y 60 que se esfuerza bastante en su caracterización. El film obtuvo un éxito injusto pero indiscutible por desgracia. Y ha provocado una serie de espantosas secuelas con las que Santiago Segura sigue denigrando el arte cinematográfico con una filosofía comercial en la que todo vale para llenar unas taquillas.