Vaya por delante lo positivo: es muy potente a nivel visual. Los encuadres son fenomenales y se nota mucho que tenemos a Villeneuve detrás de las cámaras. Hay algo majestuoso en su puesta en escena. Los primeros 45 minutos prometen y se siembran ideas muy interesantes.

Ahora bien, no hemos visto nada. Es un larguísimo preámbulo de algo que no hemos visto. Parece un proyecto empresarial, donde se nos cuenta cómo va a ser la empresa que crearemos en un futuro, cuál será la financiación, qué etapas se seguirán para llevar a buen término el proyecto, etcétera. Pero no vemos apenas nada. Se nos vende humo. Un humo precioso, prometedor, pero humo al fin y al cabo. Me pasó un poco lo mismo viendo Alita o el episodio VII de Star Wars: que todo es un largo preámbulo en vistas de algo mayor. ¿Pero qué pasa cuando ruedas un largo preámbulo? Que notas que te falta algo. Que no has visto mucho de esa gran historia que te prometen. No es como, por poner un ejemplo, La comunidad del anillo, que era la primera parte de una historia más grande, pero que funcionaba por si sola como película individual. Tú puedes ver La comunidad del anillo “suelta” y te funciona a las mil maravillas. Con Dune no ocurre eso.

Otros aspectos negativos: la estructura de la película es un poco meh, con una buena introducción, un nudo que uno no sabe muy bien donde empieza y acaba y un desenlace ramplón y anticlimático; la música va y viene, con algún tema poderoso que casualmente encaja con lo que estamos viendo en escena; los combates cuerpo a cuerpo no están todo lo bien rodados que deberían, ni vemos nada truculento porque la cámara lo esquiva inexplicablemente (¿para que la película sea para todos los públicos quizás?). No hay ninguna escena particularmente poderosa aunque visualmente esté muy bien: aquí coincido con Carlos Boyero, que dice: “Las imágenes son espectaculares (…) Nada de esto evita mi indiferencia hacia (…) lo que pretende contarme el director”. Y los personajes, pese a las 2 horas y media que dura, no están bien trabajados y te da igual lo que les ocurra.

Me he aburrido soberanamente. Quería que me gustara, que me emocionara, pero me he quedado más frío que un témpano de hielo. Qué lástima.