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Groenlandia Groenlandia · Barcelona
Voto de Ugrafiator:
9
Drama Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir con su miserable pensión. Sumido en la pobreza, vive en una pensión, cuya dueña lo maltrata porque no consigue reunir el dinero necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que tiene en este mundo son una joven criada y sobre todo su perro Flike. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el film es una obra magistral, pero hay una escena central, hacia la hora de metraje, que posiblemente sería la que escogería como ejemplo de lo que es una escena imposible de plasmar en ningún otro medio artístico. Y es posiblemente también una de las escenas que más huella han dejado en mi memoria.

Con las columnas clásicas al fondo, el momento en que Umberto se debate entre atravesar un límite o no atravesarlo. Al final de la película será otro límite el que, gracias a Flike, no traspasará. Y hay tanto en tan poco tiempo...

Umberto se frota la frente, angustiado. Ensaya el gesto de extender la mano hacia arriba. Parece que algo le impide pasar esa barrera. Cuando se decide genera la reacción del transeunte que pasa cerca de él, pero en los pocos segundos en que éste se gira y busca su cartera, Umberto se avergüenza y a la vez inventa, con un giro maravilloso, una excusa para convertir su mano necesitada en una mano solamente útil. Una mano hacia abajo para notar si empieza o no a lloviznar. El transeunte entonces duda y se aleja.

Umberto intenta entonces delegar en su perro Flike el gesto de pedir limosna. Y entonces no se trata de manos, pues por más que quisiera, el perro no las tiene. Coloca su sombrero, como quien coloca algo que no es suyo pero sí lo es. Como quien coloca su desesperación aunque no mereciera tener que hacerlo.

Volviendo al gesto, ese cambio de la palma hacia arriba y la palma hacia abajo, se funden con una mirada al cielo que es toda una esencia de la tragicomedia de las personas honradas abandonadas a la pobreza. Como si hubieran de caer más gotas, pero más de sudor de todo lo trabajado en vida.

De Sica consigue sacarle a ese gesto lo esencial del límite que supone: es triste de pedir pero aun más triste es tener que hacerlo. Todo ahí, en un solo gesto y sin más premio que poder revertirlo en el último momento. Sencillamente genial, genialmente sencillo.
Ugrafiator
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