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Voto de janto:
7
4 de septiembre de 2009
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Joseph Losey aceptó dirigir "Stranger on the pound" en 1952, junto al actor Paul Muni, no era consciente de que tal decisión iba a cambiar su vida y su carrera. Mientras rodaba en Italia el Comité de actividades Anti-Americanas le llamó a declarar y su nombre se vió incluido en las tristes listas negras del paranoico anticomunista senador Mac Carthy al no comparecer a tiempo.
Durante el accidentado montaje y posterior estreno de su aventura italiana, Losey se encontraba ya en Londres sin trabajo y sin dinero. Atrás dejaba su país y una carrera truncada. Títulos como "El muchacho del pelo verde" (1948), alegato antiracista de poderoso estilo poético, y "The big night" (1951), interesante muestra de género policiaco, habían empezado a darle fama. Ahora, sin embargo, tenía que hacer tabula rasa y empezar de nuevo en una industria, la británica, que dependía demasiado de la estadounidense como para permitirle trabajar con su propio nombre. Losey se dedicó a escribir guiones para cortos (hay que recordar que ganó un Oscar en 1945 por uno de ficción titulado "A gun in his hand"), dirigir anuncios y finalmente hacerse cargo de dos largometrajes, "El tigre dormido" (1954) e "Intimidad" (1956), firmados por supuesto con seudónimo . Su nuevo periplo europeo, sin embargo, lo convirtió en uno de los directores más importantes de la década de los 60. Películas como "Eva" (1962), "Rey y patria" (1964), "Accidente" (1966), "Ceremonia secreta" (1968), "El mensajero" (1970) y, sobre todo, "El sirviente" (1968) le consagraron entre la crítica especializada y los amantes de lo que en aquel tiempo se llamaba Arte y Ensayo. "El sirviente" es la primera colaboración entre Losey y el famoso dramaturgo Harold Pinter, uno de los más renombrados escritores de los "Angry young men". Los orígenes teatrales del director facilitaron la compenetración con su nuevo guionista y ambos volvieron a unir sus talentos en "Accidente" y "El mensajero".
Esta película es, sin duda, la de mayor éxito en la desigual carrera de su director.
Durante el accidentado montaje y posterior estreno de su aventura italiana, Losey se encontraba ya en Londres sin trabajo y sin dinero. Atrás dejaba su país y una carrera truncada. Títulos como "El muchacho del pelo verde" (1948), alegato antiracista de poderoso estilo poético, y "The big night" (1951), interesante muestra de género policiaco, habían empezado a darle fama. Ahora, sin embargo, tenía que hacer tabula rasa y empezar de nuevo en una industria, la británica, que dependía demasiado de la estadounidense como para permitirle trabajar con su propio nombre. Losey se dedicó a escribir guiones para cortos (hay que recordar que ganó un Oscar en 1945 por uno de ficción titulado "A gun in his hand"), dirigir anuncios y finalmente hacerse cargo de dos largometrajes, "El tigre dormido" (1954) e "Intimidad" (1956), firmados por supuesto con seudónimo . Su nuevo periplo europeo, sin embargo, lo convirtió en uno de los directores más importantes de la década de los 60. Películas como "Eva" (1962), "Rey y patria" (1964), "Accidente" (1966), "Ceremonia secreta" (1968), "El mensajero" (1970) y, sobre todo, "El sirviente" (1968) le consagraron entre la crítica especializada y los amantes de lo que en aquel tiempo se llamaba Arte y Ensayo. "El sirviente" es la primera colaboración entre Losey y el famoso dramaturgo Harold Pinter, uno de los más renombrados escritores de los "Angry young men". Los orígenes teatrales del director facilitaron la compenetración con su nuevo guionista y ambos volvieron a unir sus talentos en "Accidente" y "El mensajero".
Esta película es, sin duda, la de mayor éxito en la desigual carrera de su director.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Basada en una novela de Robin Maugham, "El sirviente" plantea el conflicto de la lucha de clases de una manera muy original. Hugo Barrett (inmenso Dirk Bogarde) entra al servicio de Tony, un melifluo y elegante aristócrata (muy convincente la interpretación de un jovencísimo James Fox). A partir de ahí la dependencia del señor hacia su siervo, devenido imprescindible por la incapacidad de su amo, llevará a una inversión de la posición de poder. Hugo conseguirá hacerse con el poder de la casa, una mansión de estilo georgiano, y Tony quedará sometido a la voluntad de Barrett. Las obvias resonancias sexuales de esta relación, - Vera (Sarah Miles), la amante de Hugo, seducirá a Tony y éste desplazará el afecto por su novia Susan (Wendy Craig) debido a su atracción homosexual por Barrett- , trascenderán la anécdota de la lucha de clases para alcanzar una dimensión casi existencial. El cine de Losey ha sido siempre cerebral. Pero lejos de postular tesis ideológicas simples, el argumento le sirve para hacer un amplio uso de medios narrativos puramente cinematográficos. Su talento para la dirección de actores y la maestría que en ocasiones revela en cuanto a la puesta en escena (la presencia de determinados elementos decorativos como metáfora del tema tratado, por ejemplo, los espejos que desdoblan e invierten las imágenes de los protagonistas) le dan a "El sirviente" su verdadero valor cinematográfico, más allá de las interpretaciones sociológicas, políticas o psicológicas de este impecable drama, versión pre hegeliana del mito de Fausto.