Comedia surrealista y kafkiana, crítica con la burocracia un pelín insensible y poco solidaria, pero, a su vez, llena de personajes altruistas y amables, todos, casualmente, inmigrantes o afroamericanos. Y sin embargo es fallida. Se ve impostada, forzada en sus situaciones.

El duelo entre el personaje de Tom Hanks y el de Stanley Tucci nos recuerda, a veces, a Jean Valjean y al Comisario implacable de "Los miserables". Pero esa dualidad drama/comedia no acaba de arrancar.

Y lo que me saca de quicio es la interpretación de Tom Hanks. No la he visto en versión original, pero si realmente está poniendo ese horrible acento falso de Europa del Este, no hay quién la salve. Transforma a su personaje en un ser grotesco, en una parodia, en una burla, supongo que involuntaria, sobre los ciudadanos de aquellos países. Además, el hecho de no hablar el idioma inglés con soltura, no implica que la persona sea de pocas luces y tenga que poner esas muecas completamente innecesarias. Si ya es habitual que cuando salen europeos del Este en Hollywood es para encarnar personajes delincuenciales -proxenetas y matones- en este filme la situación no mejora. Un guión lleno de tópicos. Imperdonable siendo Spielberg. Y empezaba a asomarse el delirio woke. Por cierto, si somos tan woke ¿Porqué no lo interpretó un actor europeo? Christoph Waltz hubiese sido perfecto en este papel, hubiese bordado el acento y hubiese sido mil veces más natural que un Hanks a medio gas.

El filme se deja ver, pero no convence.