En sus años alemanes, Roland Emmerich, elaboró productos de ciencia-ficción y fantasía, aunque baratitos, bastante aceptables. Era una rara-avis del cine europeo. Cuando dio el salto al cine hollywoodiense, pudo dar rienda suelta a destruir a los EE.UU. y todos sus monumentos, obviamente en las películas, no sé si como factura subliminal por la destrucción real que cometieron los estadounidenses en su país con los bombardeos de alfombra, durante la WWII.

Rey del blockbuster en los años 90, con una calidad fílmica más que discutible, hay que ver sus filmes alemanes para descubrir un talento que fue languideciendo. "Estación lunar 44" es uno de esos filmes. El último rodado en su casa. Una serie B decentita, con una ambientación próxima a las naves de la saga "Alien" y las ciudades nocturnas de "Blade Runner", picoteando también en el tramo final de "La Guerra de las galaxias" con los combates en la geografía laberíntica de la luna extraterrestre. Hoy en día ruedan en naves industriales abandonadas. Da gusto ver filmes como éste, donde todo estaba trabajado. Efectos especiales físicos bastante aceptables y un reparto con un Michael Paré que parece repetir el papel de "Calles de fuego" y poco más. Y todo sucede de noche, en la luna 44 no hay día.

Entretenido filme, una delicia en las postrimerías del cine ochentero.