Leigh Whannell no es el típico guionista de Hollywood. Suele dar a las películas ese tono siniestro del que surge lo peor de la raza humana. Ya lo demostró en las primeras de Saw, antes de que otros se cargaran la saga para convertirla en vísceras. Aquí nos plantea una historia de venganza donde la inteligencia articicial tiene un papel central en la trama y en la reflexión final. Si bien no plantea nada nuevo (otra peli de venganza, esta vez con toques de Blade Runner y 2001) y, si se viera una segunda vez, aparecerían fallos de guión y escenas en el momento adecuado y que engañan al espectador, la película es en todo momento muy entretenida y logra meterte en un futuro distópico que invita la reflexión.