Nos encontramos con un Cary Grant en un papel odioso. Es un ser que consigue todo lo que se propone, y que parece que tiene poder sobre cualquier estamento de la ciudad.

Por otro lado, vemos a una pareja que se van a casar, y parece que van a tener una retirada dorada en Albany. Pero el jefazo lo impedirá, y vaya si lo impide.

La película empieza con un argumento poco creíble, y se enquista en una encrucijada en donde él intenta convencer a ella de que no se case (lo opuesto a “la fiera de mi niña”). Pero empieza a cambiar muy al final. Podría decir que en el momento en el que Hildy está escribiendo a máquina y su prometido Bruce viene a decirle que se vaya, y Hildy está imbuida en su artículo.

La tercera vez que llama Bruce desde la comisaría es desternillante, sin duda la más grande risa que he echado. Pero en líneas generales, no me ha gustado mucho la película. Se me ha hecho eterna.