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Voto de Jose Ramon Sales:
6
Drama Después de sufrir una tragedia familiar, Mack Phillips (Sam Worthington) cae en una profunda depresión que le lleva a cuestionar todas sus creencias. Sumido en una crisis de fe, recibe una enigmática carta donde un misterioso personaje le cita en una cabaña abandonada en lo más profundo de los bosques de Oregón. A pesar de sus dudas, Mack viaja a la cabaña, donde se encontrará con alguien inesperado. Este encuentro conducirá a Mack a ... [+]
24 de febrero de 2018
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que termino de ver, es una de esas a la que me agradaría muchísimo escribir una crítica positiva. Dejando al margen el trasunto religioso, me gusta mucho por los valores que ensalza, sobre todo cuando el cine se ha vuelto, en líneas generales, muy físico y materialista.
Lo primero que debemos entender, es que la forma de afrontar algo, va a depender de todo que somos como seres humanos, de cómo es el equipaje con el cual viajamos por la vida. Quien no haya ahondado mucho en estos temas de las religiones, la psicología y el pensamiento humano, difícilmente podrá sacar las mismas conclusiones y emociones de aquel para quien todo esto es un asunto más bien superficial. En esto creo que al menos debemos estar de acuerdo.
La película no ha tenido muy buenas críticas, y este servidor no va a enjuiciar aquí la parte técnica, ni la puesta en escena, ni la música, ni el registro de los actores. Todo magnífico; en especial Sam Worthington. Así pues me centro en el mensaje, que es en definitiva lo que más va sentir la gente.
Para empezar, no podemos perder de vista que todo esto está pergeñado por unos hábiles guionistas, seres humanos al fin y al cabo, los cuales no pueden tener respuestas a las preguntas más vitales, aquellas que formula el protagonista con insistencia, y que, como buen político, esta suerte de Dios andrógino nunca te explica de forma clara y concisa. En su lugar, y apelando a los deseos más íntimos de los seres humanos, se nos ofrece esa visión preciosa y subliminada de la otra vida, esa tan anhelada por todos. Un maravilloso País de Nunca Jamás; pero sin Peter Pan ni Campanilla. Pero dejando a un lado este mundo multicolor a golpe de veinticuatro fotogramas por segundo, a la respuesta al por qué de tanto horror en el mundo, esta divinidad fílmica da muchos rodeos para dejar entrever que el Mal existe y solo puede combatir esa fuerza eterna con el Bien. Vamos, que no está en su mano erradicarla, que no tiene el poder suficiente. Si hacemos esta lectura, todo parece cobrar sentido. Hasta cierto punto; porque luego queda el asuntillo de la Creación. Del por qué el diseño de la naturaleza es tan visceralmente cruel y despiadado, regado en muerte y sangre cada día que el sol desparrama su luz en el mundo y la la luna lo envuelve con su fría palidez. Cazadores y cazados. Matar para sobrevivir. Claro está, que tampoco podemos pedir responsabilidades al mismo de siempre. Tal vez haya sido cosa de esa otra fuerza maligna, o que al principio todo era un paraíso y vino el Mal (ojo, no confundir con un malo de Marvel) y lo transformó, llenándolo de muerte y desolación. En fin, que cuando llega la hora de encarar las verdaderas cuestiones, todos derivan responsabilidades. Entonces qué nos queda. Pues la fe. Esta misma es la que nos piden los guionistas de La Cabaña.
Jose Ramon Sales
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