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Voto de Jose Ramon Sales:
6
Cine negro. Acción. Thriller En las sórdidas calles de Sin City, un hombre busca venganza. Dwight (Josh Brolin) trata de ajustar cuentas con la misteriosa Ava Lord (Eva Green), la letal mujer que le traicionó. Nancy intenta superar la muerte de Hartigan, y Johny tiene una peligrosa misión: acabar con el mayor villano de Sin City. En su propósito, conocerá a la joven stripper Marcy (Julia Garner)... (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy escritor de novelas y cinéfilo. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: INTERESANTE.
Visualizar este filme me ha permitido incidir en la anterior entrega de Sin City con el fin de rememorar, después de nueve años, el contexto en el que tienen lugar los acontecimientos actuales. Vistas las dos cintas casi al mismo tiempo, puedo comprobar algunos cambios. El más sorprendente, a tenor de los tiempos que vivimos, es su aspecto más comedido en cuanto a los excesos que este tipo de fantasía permite. Ahora los personajes se han vuelto algo más «humanos», por cuanto no son expuestos con saña a explosiones, tiroteos, acuchillamientos, defenestraciones, ahorcamientos, etc. Y aún así, poder salir indemnes, como sucedía con el episodio anterior. Fantasía la hay, a raudales, pero más recatada, y por lo tanto más acertada. El universo de Miller nos lleva a una catarsis visual sin precedentes, exceptuando quizás «Renaissance». A pesar de su génesis, cuya impronta está en cada uno de los fotogramas, a modo de viñetas en movimiento, hay una sofisticada elegancia en cada plano que nos atrapa. Un concepto visual que remonta las deficiencias de las historias, con sus estereotipos y sus sobadísimos clichés. Y es que hay algo en las cintas de Sin City que hipnotiza y adormece lo absurdo, invitándonos a viajar en su excéntrica y enmarañada montaña rusa. Toda una imaginería visual que deja de lado las emociones de unos personajes que se tornan indiferentes, y cuyos problemas nunca nos atrapan por dramáticos que sean. Un ejemplo claro del poder y fascinación de la imagen.
Jose Ramon Sales
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