Simpática y entretenida historia basada en una real que trata sobre un hombre cuyo país entra en guerra mientras él estaba volando y, al aterrizar, carece de nacionalidad reconocida por lo que queda atrapado en la terminal del aeropuerto sin poder entrar en el país al que se dirigía ni tampoco volver al de origen. Si bien la historia real es un iraní que quedó atrapado en el aeropuerto de París, en la relatada por Spielberg se trata de un hombre procedente de la ficticia nación de Krakozhia y donde se encuentra es en Nueva York. ¿Qué importan las similitudes con la historia real si la película es entretenida? No se le deberían buscar tres pies al gato, ya sabemos que es imposible que alguien consiga dinero para comer llevando los carritos de las maletas al punto donde están todos, pero vista es una situación cuanto menos simpática. El Rey Midas del cine consigue dibujar como graciosa una muy amena historia que debería ser un absoluto drama, y yo se lo agradezco. Supongo que muchos hubiesen preferido que el personaje de Tom Hanks se pasase toda la película llorando, penando por los pasillos de la terminal y viendo por las televisiones cómo sus compatriotas son masacrados, yo personalmente no. Además, tenemos varias historias paralelas sobre los trabajadores con los que el protagonista se va relacionando durante su estancia allí y también hay un pequeño romance de por medio que todos tenemos de acuerdo no es lo mejor, pero tampoco es tan horrible y tan poco creíble como muchos lo pintan, más de uno se sorprendería al escuchar cómo se han conocido infinidad de parejas.

Tom Hanks está, como siempre, excelente en su papel y consigue llenar la pantalla de tal forma que en ocasiones da la impresión de que no se necesita nada más en la película, con él basta. No ocurre lo mismo con Catherine Zeta-Jones, quien no consigue terminar de rematar la faena. El decorado del aeropuerto es buenísimo, muy pero que muy logrado. John Williams cumple con su función y envuelve la historia con un gran tema principal, y Spielberg vuelve a demostrar que no solo sabe hacer grandes producciones sino que es capaz de realizar humildes y simples obras como esta dejando varias escenas que seguro quedarán grabadas en la memoria de más de uno.

Si lo que queréis es ver dos horas de líos burocráticos y legales llevados a la más absoluta fidelidad con la realidad os recomiendo que os ahorréis su visionado, pero si lo que pretendéis es entreteneros con una historia graciosa, simple y efectiva no dudéis en verla.

Lo mejor: Tom Hanks, el decorado y el tema principal de la banda sonora.
Lo peor: Catherine Zeta-Jones y la escena de los baños hechos por Navorski.

Nota final: 6,9