Algunas preguntan piden paso antes de ver una película de la que leyendo su sinopsis poca idea se puede sacar. Lo cierto es que uno se pregunta si este argumento da como para hacer una película, y cómo no, si la forma en que es tratado da opciones como para rellenar un par de horas de nuestro tiempo.

El hecho de que la sinopsis diga más bien poco resulta totalmente intencionado, aunque también absolutamente innecesario. El guion de los muy conocidos Nakache y Toledano apuesta por la narración por sí misma, sin un fin concreto y con un desarrollo sencillo y lineal. Es por esto que la definición de la película sea tan complicada, probablemente pocos entiendan el famoso de qué va el film. Más allá de que nos pueda gustar o no, el hecho de que no ocurra nada relevante invita a estar atentos a las intenciones de la película, a pensar que al menos el camino a recorrer tendrá cierto interés, pero los directores de “Intocable” o “Samba” no son, para su desgracia, directores capaces de detenerse en los detalles y exprimirlos, pasando por toda la noche sin decir una palabra más alta que la anterior.

Demasiados personajes con un reto que conseguir, más todavía si pretendes que casi todos ellos tengan cierta relevancia en la historia. Prácticamente todos tienen algún momento de protagonismo, pero aparecen poco y el espectador no tiene constancia de si serán importantes para que finalmente terminen apareciendo de fondo durante lo que queda de película. Quizás hubieran ganado en profundidad de haber sido algunos menos.

“C’est la vie” tiene un argumento confuso, o demasiado sencillo si se prefiere, y personajes poco desarrollados, pero quizás su mayor problema sea su falta de ritmo, impidiendo al público entrar en su juego. Uno mira la pantalla y ve situaciones, y escucha diálogos, pero en muchos momentos no está viendo más que eso, sin la coherencia de una historia bien armada y el interés que ese desarrollo pueda crear en el espectador. Una película con buenas intenciones en la que nada es un problema irresoluble ni una alegría inmensa, manteniendo siempre un perfil bajo que hará que la olvidemos pronto.