Hay películas que con un puñado de líneas de guión son capaces de narrar mucho más que otras que se jactan de tener guiones muy extensos pero vacíos de contenido. "Sobran las palabras" es un ejemplo del primer caso, una película que a pesar de tratar solamente de un concepto de la vida en sí misma, se siente con la fuerza de proponer 90 minutos de buen cine.

Su principal activo es ser una película honesta que narra la vida de dos personajes honestos. Su facilidad de palabra, así como un inicio y un desarrollo bastante aceptables salvan a la película de caer en el olvido debido a un guión básico e intrascendente que no tiene la suficiente fuerza. No es necesario encontrar un buen motivo para que los personajes se relacionen entre sí, pero es necesario que los diálogos sean entretenidos, ágiles y tengan vida. "Sobran las palabras" desdice a su propio título dejando algunos diálogos deliciosos, con una pizca de humor, pero también irónicos y en el fondo tristes.

La película aprovecha un enredo muy poco trabajado para desarrollar la idea: las dudas de una mujer de mediana edad en su relación con un hombre de su edad. Un idea bastante frágil que en manos de un buen reparto es suficiente. Dreyfus está como nunca la habíamos visto: natural e ingenua, soporta en gran medida el peso de la película con un personaje decidido y a la vez indeciso. Toda una declaración de intenciones. Y Gandolfini, en uno de sus últimos papeles, irradia humanidad y es adorable como padre separado, todo lo hace fácil para la película y para sus compañeros. Un gran colofón para uno de los actores más carismáticos de Hollywood. RIP Jim.

Lo dicho, no estamos ante una gran película con un libreto para enmarcar y multipremiar, pero es posible que con el tiempo sea una película que de vez en cuando se tenga ganas de revisionar para comprobar que a veces todo es más sencillo de lo que uno cree.