Cuando vemos una road movie solemos imaginar un grupo de jóvenes americanos recorriendo el país estado a estado para arreglar cualquier error cometido. Normalmente cometen muchos más errores por el camino, pero sabemos que es lo que tiene que ocurrir.

Por el contrario, Salidos de cuentas narra la historia de dos personas adultas y, como tal, aborda la historia desde un punto de cista más emotivo. Utiliza otro tipo de recursos para hacer más ameno el viaje y aunque nos regala un puñado de momentos graciosos, el motor de este vehículo es diesel.

Es muy regular, y a pesar de sus (contadas) locuras, se centra en cómo dos personas que no pueden ser más diferentes, se embarcan en un viaje en el que entenderán la manera de pensar y de vivir del otro. Así podemos ver cómo desvían su viaje por las circunstancias.

Ambos protagonistas mantienen un contrapunto necesario para la rutina del filme, y necesario también para que nuestro interés no desaparezca. La breve aparición del resto de personajes es puro ornamento en el guión.

Podría haber explotado aún más ciertos aspectos propios del género y haber creado más situaciones confusas, pero no se trata de una película generacional, son sólo dos personas condenadas a entenderse.