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España España · Madrid
Voto de Moody:
7
Romance. Drama Una noche, en una discoteca, ves a una chica, te enamoras de manera fulminante y se lo dices. Aunque no te hace mucho caso, pasas con ella el resto de la noche. ¿Qué ocurriría si, al día siguiente, no fuera la chica que parecía ser? Una noche, en una discoteca, se te acerca el típico chico que dice que se ha enamorado de ti. No le haces caso, pero después compruebas que no es el típico plasta, es simpático, encantador y realmente se ha ... [+]
20 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como de noche todos los gatos son pardos, no podía ser de otra manera que esta historia triste, sumida en su propia consciencia, tuviera una dualidad tan marcada. No es casualidad que las dos caras de la moneda coincidieran en la misma noche, en el mismo lugar, para confluir en un punto descrito por el destino.

¿El destino? Todo es posible, pero hablar de la predeterminación del universo para conocer la historia de él y de ella puede llegar a ser presuntuoso. Incluso esa ausencia de nombres es también un punto de inflexión que "Stockholm" utiliza para distanciarse de lo personal y quedarse con el equipaje justo, ese que se conserva cuando sufrimos un revés. Pero cuando los golpes aparecen a diestro y siniestro en cuando los personajes sufren, no sólo por su presente sino también por su pasado, ese que la otra parte desconoce y que les marca para siempre.

"Stockholm" hace gala de personajes que sufren, que hieren, que mienten. Y lo hace con tanta elegancia que al espectador no le importará en ningún momento que le hieran o que le mientan porque la naturalidad que desprende es su mejor arma. Su noche, oscura y sin un alma contrasta en cierto modo con su blanca mañana, demostrando que todo cambia de color según el cristal a través del que se mire. No hay malos ni buenos, sino circunstancias variables.

No podemos imaginar a otra pareja protagonista porque tanto Pereira como Garrido reúnen todas las características necesarias. Él cae bien a la primera, es natural y no resulta impostado ni cuando necesita serlo. La facilidad para cambiar de registro es asombrosa manteniendo siempre su lado oscuro. Ella es etérea, la fragilidad hecha actriz, pero con mucha personalidad. Sus negativas parecen síes, y sus noes tiene la capacidad de atraernos. Enorme pareja.

Por supuesto que la película no tiene la intención de decantarse por alguna de las partes, y esa virtud de mostrar y no juzgar es un gran acierto de un director como Sorogoyen que firma una labor muy personal con sólo un par de personajes y de localizaciones en un guión plagado de sentido y de buenos diálogos. Sin duda la sorpresa positiva de lo que llevamos de año.
Moody
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