Allan es un joven estudiante que tiene un futuro prometedor hasta que un día haciendo footing sufre el atropello de un vehículo. A causa del accidente queda tetrapléjico en una silla de ruedas y al poco tiempo su novia le abandona.
Su madre contratará los servicios de una enfermera de temperamento antipático y que no congeniará mucho con Allan y su situación actual de inválido.
Su buen amigo Geoffrey que se encuentra realizando unos experimentos con monos para desarrollar su inteligencia inyectándoles células de cerebro humano preocupado habla con Melanie Parker una joven que está utilizando un programa para ayuda a minusválidos para que adiestre a Ella, una mona de su laboratorio y sirva de ayuda asistiendo en todo lo que necesite Allan.
Melanie inserta en la silla de Allan un aparato para gratificar con comida a Ella cada vez que actúe bien en las peticiones que se le pidan.
La vida de Allan cambia totalmente e incluso se muestra más feliz con la ayuda de Ella que es capaz de hacer cualquier cosa que se le ordene por muy inverosímil que resulte.
La cosa empieza a torcerse cuando la enfermera que tiene y cuida de un periquito se lo encuentra una mañana muerto dentro de una de sus zapatillas.
Al poco de esta circunstancia la enfermera dimite y Allan correrá peligro cuando Ella empiece a mostrar celos y a comportarse de forma agresiva con las personas cercanas a él.
Estupenda labor de los actores e incluso la del mono que por momentos es tan humano como cualquiera de los actores.
Una interesante película del maestro del terror Georges A. Romero que en esta historia se acercó al suspense más propio de Hitchcock y que por momentos nos hace recordar a “La ventana indiscreta” salvando las distancias.