Después de meses de confinamiento, llega la nueva colaboración de Gavin O’Connor con Ben Affleck tras el éxito de ‘El contable’, cinta la cual toma también uno de los temas habituales del director, la familia. Y en esta nueva cinta retrata temas muy presentes en su cine como el alcoholismo, el deporte y la familia (Warrior, El milagro, Cuestión de honor) y en esta no iba a ser menos. Se podría decir que es un ‘pariente’ lejano del maestro James Gray al retratar temas muy similares en su cine (véase Cuestión de honor con La noche es nuestra). Una pena que el Covid-19 haya azotado tan fuerte a su estreno costando 25 millones de dólares y recaudando solo 14 y con muchos mercados directa a VOD, y ahora os voy a explicar por qué deben ir a verla al cine y conseguir que el fracaso sea menor aunque difícil a estas alturas. Una de las grandes y prejuiciosas razones por parte del mundo es Ben Affleck. Mucha gente le tiene tirria por la cantidad de cintas mediocres tirando a la comedia romántica y ya le tocó el lastre de compararse con Christian Bale al hacer de Batman.
En esta ocasión el bueno de Ben logra una de sus mejores interpretaciones sino la mejor tras brillantes papeles como Perdida, Argo y El contable. No solo consigue que creamos su adicción al alcoholismo con recaídas constantes sino que es mayormente creíble debido a que podría ser una autobiografía ya que él mismo ha pasado por ese problema por lo cual la cercanía con la realidad es tangente. Sorprende verle en un papel que conmueva al espectador pese a la cantidad de tópicos inevitables que pudieran acontecer en la historia, la cual aborda varios temas y quizás es donde no halla el equilibrio máximo ya que el alcoholismo lo deja fuera de juego durante varios minutos en la cinta y lo vuelve a retomar según convenga. Pese a ello, la cinta no es discursiva ni sermoneadora sino se centra en la autoayuda y por supuesto en la inclusión social y e incluso laboral y soñadora de unos jóvenes faltos de autoestima en el caso de algunos y sobrados en el caso de otros. Aborda el tema de la pérdida familiar y sentimental, de todo aquello que se pierde por culpa de la adicción, incluidos los modales como indica el cura del equipo de baloncesto. Aborda de manera épica la superación pero evitando algunos convencionalismos típicos del subgénero y es que no se entretiene en mostrar partidos de baloncesto completos y no impone ese idílico final feel-good.
Al final como dijo Ben en una entrevista, la cinta nos muestra que uno se puede recuperar y sobreponerse a los tiempos duros. Y que esos malos momentos no son los que te definen como persona. Todos nos enfrentamos a la adversidad de una forma o de otra. Por ello en vez de vender sermones vende una historia humana y cercana y ahí es donde gana la fuerza emocional que le da Ben Affleck, por que es un drama tan realista que dibuja tan bien al personaje utilizando los primeros planos en cámara en mano por parte de O’Connor acompañados de una entrega perfectamente musical de Rob Simonsen y de momentos verdaderamente conmovedores sin llegar a la manipulación como muchos otros directores.
The Way Back no inventa la rueda y tampoco lo pretende pero ejecuta muy bien lo que significa la redención y la superación personal por encima de todos los problemas que acabaron derivando al alcohol excesivo. Equilibra momentos de humor y drama familiar sin perder el sello identificativo de O’Connor pese a estar detrás Warner en la producción. Es una cinta recomendable de ver y posiblemente cierre la boca de muchos que odian la labor de Affleck en términos generales y consiga más adeptos de los que tiene. Ojalá haya más colaboraciones entre O’Connor y Ben ya que consiguen sacar jugo a historias interesantes con un punto emotivo y la mejor faceta interpretativa de Affleck.