Stranger Things ha sido y es, sin ninguna duda y no lo comento únicamente yo, la serie de este verano, del caluroso verano de 2016.

Ese regreso a los 80 gracias a los hermanos Duffer con el buen olor a cintas como Los Goonies, La Cosa, Evil Dead, a las películas del maestro Steven Spielberg, entre otros. La primera temporada, y digo primera porque espero que renueve, tiene que renovar fijo, consta de 0cho episodios. Se hace corta, no solamente por los pocos episodios, sino porque la trama vende, te engancha desde el minuto uno del piloto y todo lo que se va desarrollando.

El reparto me parece muy bueno, los cuatro jóvenes actores (incluendo a la jovencita Millie Bobby Brown) están a la altura de los adultos, entre los que se encuentran Winona Ryder (un placer volver a verla en pantalla, aunque sea para una serie) que interpreta a una madre desesperada y que llega a trastornarse más de la cuenta tras la desaparición de su hijo pequeño (motivo por el que empieza todo este marronazo) y David Harbour que se mete en la piel del sheriff de la ciudad de Hawkins y que quiere aclararlo todo de una vez por todas. A Harbour se le ha visto en series como Banshee, Asuntos de Estado y en films como The Equalizer (El protector) y Black Mass: Estrictamente criminal. Además, la serie cuenta con el actor Matthew Modine en el bando, digamos, de los malos, con demasiados secretos en su poder.

Ocho episodios que, como he comentado, se pasan en un suspiro. Una serie que, no es porque yo lo diga, pero merece mucho la pena de visionar. Además, de este regreso visual a unos años 80 con Reagan en la presidencia, el miedo a un ataque ruso, también podemos ver el lado positivo, a parte de los films, la música. Contiene un buen repertorio de canciones, junto con la partitura instrumental compuesta por Kyle Dixon y Michael Stein (ambos miembros del grupo S U R V I V E) entre las que destacan: Should I Stay or Should I Go de The Clash o Waiting For A Girl Like You de Foreigner.