Borja Luís García (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia) es un chico que reside en una urbanización de Pozuelo de Alarcón, se peina a raya, calza náuticos Timberland que resaltan la pinza de sus pantalones Dockers y perfuma con Gaultier todos los pull-over que anuda en su cuello. Hoy está triste. Y con razón. Mamá no ha planchado el polo rosa de Lacoste y no se lo podrá poner el fin de semana para asistir al evento. No tendrá mas remedio Borja Luís, que acudir con prisas al centro comercial a comprar otro, cosa que odia.

Para todos aquellos que no encuentran el atractivo de la profesora de la facultad de 54 años, a pesar de que fue Miss Fuenlabrada en sus años mozos... como hace Borja Luís.

Para todos esos que no tienen en su salón una puta escultura con toque retro, porque es que le da un no se qué, que que sé yo... como hace Borja Luís.

Para todos los que a pesar de divertirse con unas partiditas furtivas al come-cocos, prefieren erosionar sus yemas con consolas de última generación, en vez de pintar a mano tazas de té en miniatura del siglo XVI... como hace Borja Luís.

Para todos ellos y para los que no se nos empina el miembro nada más cruzar el umbral de la puerta de la casa antigua del abuelo (¡Qué ha sido Don!), con su olor a antiguo, ubicada en el antiguo casco urbano de la ciudad antigua de los antiguos... Como le ocurriría a Borja Luís, si no fuera impotente.

Para todos los demás, esta película es, utilizando una expresión moderna, una auténtica puta mierda. Para Borja Luís, un clásico encantador.

Recordemos que la máquina del tiempo sólamente existe en las historias de ciencia-ficción, por tanto no podemos viajar al pasado y analizar el film en plena expansión de la decada de los hippies, con su entorno cultural, sus costumbres de la época y los valores de su sociedad. Recordémoslo, por favor.

Si hacemos ese pequeño esfuerzo, que para los recortaditos y 'centristas' bigotitos del conservadurismo enquistado resulta indecentemente innecesario, entonces esta historia mohosa, no sólo nos parecerá ridícula sino hiriente, ofensiva y degradante, muy especialmente para ese desconocido género que emerge entre las duras rocas de la testosterona, que se hace llamar mujer.

'La ilíada', Sugar Ray Robinson, 'El maquinista de la general', las pirámides de Egipto, Julius Earving, y un largo etcétera, son algunos ejemplos de que el tiempo no siempre mata la elegancia o la calidad artística de una obra o sus protagonistas.

"Bueno, me voy que he quedado con la profe de la facul y con Borjalu, que vamos a restaurar uniformes de la guerra civil en casa de su yayo, que dice que hay que sacarle brillo a un águila o algo así... ¡Hasta lueguito!".